S e preparó para ser como una batalla, con sus estrategias, planes, ideas, conceptos, etc, para distraer a los Reyes con ese espíritu guerrero. Ser el triunfador equivale a ser el guerrero más audaz, más valiente, más inteligente y por supuesto no un escuálido, ni canijo, sino todo lo contrario.
Sabes que el estudio de esta arte-ciencia es fundamental, ya que improvisar entre las 64 cuadrículas es ser un temerario, un alma en pena que desea ser el triunfador de un mach, cuando realmente se está encontrando con técnicas, ideas nuevas y jugadas muy ensayadas por nuestro contrincante.
Se dice que hoy en día hay que estudiar mucha táctica, de las cuales nos podremos valer en el transcurso de nuestro envite contra nuestro adversario.
Y así es. Nos debemos de mover hacia ese mundo, donde nuestras armas: los alfiles, caballos, torres, y nuestros fieles y protectores peones, conjuntamente con el Ada madrina la Reina, sean el conjunto necesario para hilvanando las bien, podamos tener un resultado a nuestro favor. Siempre con la gran preocupación de proteger a nuestro monarca, que es la pieza clave, el talón de Aquiles, de nuestro querido juego llamado Ajedrez.
El té tomaba.
Mientras pensaba.
Cuál será su próxima jugada.
E imaginaba.
Cada pieza.
Cómo estaría.
En casa instante de la partida.
Muchas piezas.
Solo son dieciséis.
Ocho de ellas peones.
Los cuales desean ser campeones.
Y si llegan a la octava.
Pueden ser coronadas.
Y elegir el jugador.
La pieza deseada.
Las otras son alfiles.
Buscan las diagonales.
Las torres.
Protegen las columnas.
Y también las filas.
El caballo nos trae loco.
Y la Reina es una Dama bella.
Que con sus movimientos.
Es el alma de nuestras jugadas.
El Rey también vale.
Ya que si lo matan.
Acaba la partida.
Jugar y ganar.
Y hacer amigos de verdad.