Todavía tengo en la cabeza una conversación muy especial entre un señor bastante mayor, que tengo que confesar que me dejó anonadado, reflexionando cada palabra que dijo e intentando no olvidar nada de sus lecciones. Tenía unas barbas blancas bastante largas, casi le llegaban al ombligo. Con una perfecta y recatada forma rectangular con su base baja mas corta. Creo que estaba bien afeitada y tratada, me refiero que parecía que estaba hasta cepillada. Vestía una túnica de color marrón claro bien planchada sin ningún tipo de arrugas. Y llevaba un gorrito redondeado en su cabeza, tambien de color marrón pero un poco más oscuro. Su calzado eran unos zapatos negros que brillaban mucho. Me encontraba en la frontera del Tarajal resguardándome de la lluvia que caía, igual que muchos que coincidimos allí.
Serían las dos de la mañana aproximadamente, y era precisamente cuando se dejó de caer un buen aguacero en estos instantes. Y en plan simpático, ya que se dice que a mal tiempo siempre hay que poner buena cara y además para intentar empezar un posible diálogo para que las horas de la guardia se pudieran acortar lo máximo posible, le dije: “Hace un día malo”, entonces tuve que traducir, gracias a un viandante que casualmente se encontraba en el mismo paraje.
Lo que este peculiar hombre me dijo mirándome a los ojos y poniendo su rostro con una expresión de mala uvas: “No hijo. Este día es uno de los que hay que darles gracias a Dios que nos haya dado. Este agua está bendecida como el líquido traslucido de las botellas de Lanjarón. Sabes que son recogidas de las cumbres de los montes donde hay nieve pura y al derretirse es recogida en los regazos, como si fuera una mujer, de los ríos que empezarán a filtran el agua con una dulzura extrema gracias a las delicadas manos de sus rocas, piedras y arenas. Nos sirve para limpiar el ambiente de la contaminación de los coches. Que deberíamos de sustituirlos de una vez. Esto es sólo ostentación de riquezas y deberíamos de tener un poco más de reparo en pensar en nuestra delicada naturaleza, ¿qué vamos a dejar a nuestras generaciones venidera?. Los vehículos sólo para viajes largos. Limpiar las calles de las pestes que producen las basuras, los orines. Para que los campos puedan tener una cosa primordial como es el oro líquido para los cultivos. Nuestros árboles puedan también recoger el líquido que luego nos servirá para darnos más aire puro. Nosotros aunque nos estamos mojando tenemos en casa otras ropas para ponernos. Además sin este material ¿cómo podríamos lavarnos y estar en condiciones para entrar en la casa del señor y escuchar sus sabias palabras?. Sólo queremos estar cómodos hoy en día y eso no es así. Hay un momento para cada cosa. Y hoy es el preciso instante para recoger y guardar nuestra querida fuente de nuestra vida. Todos somos agua. Sin está peculiar minúscula esencia no existiriamos. Por eso Dios nos ayuda mandándonos este Maná. Ya lo comprendereis cuando seáis mayores y hayáis leído un poco vuestros libros sagrados. Yo como anciano que soy me doy cuenta de nuestra ignorancia. Y también de lo copiones que somos. Tú tienes una moto yo me compro un coche, etc. Esto no es vida”.
Todos nos quedamos con la boca abierta porque eran unas verdades como puños y nos había dado una lección en toda regla en pocos minutos. Muchas gracias tanto a ti como al que pude reclutar como traductor. Me gustaría tener más interlocutores como fue este hombre catalogado para mí como Santon. Para los presentes era un imán, que es como un cura para los cristianos.