Los gestos y la organización
Que las manifestaciones que comenzaron el pasado jueves están organizadas es algo que se ha ido analizando cada jornada, cada detalle y cada paso. Lo sabe y lo ‘ficha’ la Policía. Hay gestos, desde el primer día, burlescos hacia los agentes. Hay intentos por cortar el tráfico de las calles y carreras por lugares no habilitados. La Policía, que ha tenido que organizar un dispositivo específico para esta misión, reduce su labor a la vigilancia. Los inmigrantes están organizados, escenifican saludos militares e incluso formaciones en la misma plaza de los Reyes, controladas todas ellas por las mismas personas, claramente identificadas, que hacen visibles su mando. Esa organización es algo clave entre el colectivo de francófonos, y así ha quedado evidente en el CETI. No mantienen relación con los anglófonos y miden sus actuaciones facilitándose una agrupación rápida. Así ocurrió con el último motín provocado dentro del campamento tras el enfrentamiento de la selección de Ghana. La idea de los subsaharianos era implicar al resto de inmigrantes del campamento, por eso intentaron introducirse en las habitaciones. El consumo de sustancias alcohólicas y porros también estuvo presente en la algarada.
Efecto llamada, desde Camerún
La ciudad vive sus momentos más delicados en cuanto a inmigración se refiere. A la presión ejercida por los manifestantes se suma lo que ya policialmente se ha denominado efecto llamada. No hay dudas, el repunte en las entradas de balsas y el hecho de que todos sus ocupantes sean francófonos ratifica la teoría de que las mafias ya se han puesto a trabajar. Un episodio se relaciona con el otro. Mientras los francófonos salen a la calle para presionar a la Delegación buscando su salida a la península, las mafias alientan la entrada de nuevos francófonos en balsas, en su mayoría procedentes de Camerún. La documentación de estos inmigrantes es prácticamente imposible ya que la embajada no los reconoce.
Solución política
La salida que ellos buscan es ser trasladados a la península. Allí serían ingresados en un CIE (centro de internamiento de extranjeros) durante un periodo máximo de tiempo para, después, ser puestos en libertad. Sin que esta medida se haya llevado a cabo, el efecto llamada ya se ha producido puesto que todos los inmigrantes que llegan son oriundos del mismo lugar. Sólo en el mes de agosto se ha producido una presión sin igual. Casi ochenta subsaharianos han logrado entrar en este mes: en balsas y a nado, superando todas las estadísticas probables. La última embarcación llegó en la noche del domingo, procediéndose al traslado de varios de los subsaharianos al hospital al encontrarse en malas condiciones. Si a estas entradas sumamos las de meses anteriores la cifra se dispara, provocando una presión hasta la fecha no reconocida. La Policía Nacional ya está investigando la situación generada pero la solución al conflicto es meramente política.
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