Una agente de la Policía Nacional que prestaba servicio ayer en la frontera del Tarajal resultó lesionada por una porteadora que intentaba acceder a territorio nacional. La agente fue primero insultada, recibiendo un trato vejatorio, para después sufrir un empujón, un arañazo en el brazo y, por último, un puñetazo en la boca.
La gravedad del asunto no queda ahí, ya que lejos de poder practicarse el arresto de la agresora, ésta obtuvo respaldo y apoyo explícito por parte de miembros de la Policía marroquí, escapando al territorio vecino sin que se le pudiera detener.
Todos los hechos acontecidos no solo han sido grabados por las cámaras de seguridad que hay en la frontera sino que también han sido denunciados en la Jefatura Superior por agentes que estuvieron de servicio. La lesionada tuvo que ser atendida en centro sanitario.
Los hechos de los que ha tenido conocimiento este periódico se produjeron pasadas las doce y media, cuando la agente lesionada, destinada en el filtro de entrada de personas, no permitió el pase de una joven porteadora que quería acceder a Ceuta para ejercer la actividad de carga de bultos. Precisamente en ese momento no solo estaba cerrado el paso del Biutz sino que, además, el entorno del Tarajal comenzaba a ser escenario de la aglomeración de camalos (ver páginas 2-3). Los agentes de servicio en la frontera tienen órdenes explícitas de la Jefatura de controlar en número el acceso de porteadores y, además, evitar su entrada en franjas horarias concretas además de en días determinados. La agente en cuestión cumplió su cometido advirtiendo a la porteadora de que no se podía acceder para ejercer esta actividad.
Esa negativa provocó que la fémina en cuestión insultara a la policía, lo que llevó a la agente a tener que identificarla. Cuando se pretendía llevar a cabo dicha acción, la porteadora lo evitó empujando y arañando a la policía para, después, asestarle un puñetazo en la boca.
Cuando la efectivo policial iba a proceder a su detención, se produjo la inesperada acción de agentes marroquíes que llegaron a forcejear con la componente del CNP agarrándola para impedir que arrestara a la porteadora. El objetivo, a las claras, era impedir la acción policial llevada a cabo.
La actuación fue de tal gravedad que tuvo que intervenir un segundo agente del CNP, oficial de la frontera, que acudió para intentar impedir que la agresora pudiera fugarse a Marruecos. Su labor también fue frustrada por los mismos policías marroquíes que llegaron a sujetar al oficial y a apartarlo del lugar cuando éste había sujetado ya a la porteadora.
La camala pudo quedarse en zona marroquí a pesar de haber incurrido en un delito de atentado.
La labor policial quedó mermada porque en ningún momento se pudo reseñar a la mujer aunque ésta ha quedado perfectamente identificada tanto por los policías como por los sistemas de seguridad con que cuenta el paso fronterizo.
De todos los detalles de este suceso tiene conocimiento ya la Jefatura Superior puesto que han sido denunciados con todo detalle. La agresión se produce tan solo un par de días después de que la Confederación Española de Policía (CEP) denunciara publicamente la falta de agentes y de medios con que cuenta el CNP, vinculando ese déficit de personal con la mayor exposición que tienen los policías a agresiones. A menor número de agentes se puede ejercer una menor prevención e incrementa la inseguridad para los propios efectivos quee stán de servicio.
La CEP ponía de manifiesto esta semana que dos agentes de este Cuerpo habían resultado lesionados en instalaciones portuarias por traficantes de tabaco, toda vez que la escasa presencia policial no hace sino incrementar la fuerza y envalentonamiento de los delincuentes.
En la frontera sucede algo parecido. Falta plantilla mientras que la entrada de ciudadanos es cada vez mayor y el nerviosismo aumenta en el momento en que se han dado órdenes de prohibir la entrada de tantos porteadores y establecer cierto horario en esos pases. Si dichas órdenes son ejecutadas por una Policía Nacional reforzada con suficientes agentes, la respuesta que se puede dar es mayor. Por contra, tal y como puso de manifiesto la CEP, si los efectivos se mantienen en niveles mínimos, son los propios agresores los que se ven con mayores posibilidades de atentar contra los policías e incumplir sus órdenes.