Opinión

Agarrarse a un clavo ardiendo

El Rey parece que ha pronunciado unas palabras mágicas, la luz al final del túnel. Felipe VI, en su discurso en un acto cultural, nada político en el Teatro Campoamor de Oviedo con motivo de la entrega de los premios de la Fundación “Princesa de Asturias” ha defendido que si en España se quiere edificar “algo sólido, duradero y permanente”, es preciso hacerlo desde “la colaboración y el compromiso de todos” y con “voluntad integradora”, tras recordar que las soluciones llegarán “de la unidad, nunca de la división”. “Es con la unión, con el esfuerzo colectivo y las actitudes solidarias como se construyen las grandes obras. Es así como surgen las respuestas que realmente nos permiten avanzar”, ha proclamado el Rey al referirse a la situación a nivel nacional en su discurso en la ceremonia de los premios de la citada Fundación. “Fortalecer lo que nos une nos permitirá, sin duda, seguir recorriendo nuestra historia e iluminar los caminos que hemos de transitar. Lograremos así encarar el futuro con mayor confianza, con una bien fundada esperanza.

De eso estoy convencido”, ha rematado. Me ha recordado a las “reinas de la belleza”, una vez conseguido el cetro, cuando eran preguntadas sobre cuál sería su mayor deseo: “La paz en el mundo” respondían unánimemente una tras otra. Y es que a mí, el discurso del Rey que a otros les ha parecido de un vigor extraordinario capaz de levantar a los tercios de Flandes de sus tumbas, me ha parecido, de carril, es decir rutinario y sin ninguna fuerza dado el momento político actual. Naturalmente si en España se quiere edificar algo sólido y duradero es preciso hacerlo con la colaboración y el compromiso de todos, el problema está en que los políticos no impulsan a que todos colaboremos y todos nos comprometamos, y en mucha mayor medida ellos, si no indague Majestad lo que hacen y pregonan los independentistas, comunistas, golpistas, y socialistas que tiene usted en su Reino. En el momento de escribir estas palabras, el Congreso permanece cerrado por voluntad del felón que nos preside y por la escasa fuerza que tienen los partidos de la oposición, que no son capaces siquiera de ir juntos a una manifestación en contra de la pretendida amnistía, y por lo tanto no puede haber control alguno del gobierno aun cuando esté en funcionas. El Gobierno nunca responde sobre las negociaciones que está llevando a cabo con los partidos independentistas y no es siquiera capaz de controlar nuestras fronteras que se llenan de emigrantes ilegales, traídos en grandes barcos y depositados en pateras situadas cerca de las costas.

La sensación es de un caos total incluso aún mayor si se mira al Tribunal Constitucional, donde parece que su presidente, el de la toga en el camino tiene relaciones epistolares con el abogado del prófugo y detentador de los votos necesarios para que el felón sea investido presidente y se pueda aprobar en el Constitucional, lo que es claramente inconstitucional, de nuevo ensuciando la toga, la requerida amnistía.

Y es que ya apenas hay quien nos defienda, es por eso que cualquier frase por leve que sea pero que tenga en su alma una porción de brío para poder ayudar a la España que se cae, es bienvenida. Y es que si el tribunal de garantías no nos defiende y tampoco la Fiscalía General del Estado, ya que el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, que ha vuelto a protagonizar una polémica en el seno del Ministerio Público, ha manifestado en presencia de otros fiscales que: “No puedo enfrentarme, ni tomar ninguna decisión en contra del Gobierno porque beneficia a la oposición”, lo que demuestra la desfachatez, el sectarismo y el descaro del individuo, cuando según el Estatuto del Ministerio Fiscal, la Fiscalía tiene por misión “promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales, y procurar ante éstos la satisfacción del interés social”. Además, por el principio de imparcialidad “el Ministerio Fiscal actuará con plena objetividad e independencia en defensa de los intereses que le estén encomendados”. Bueno pues todo lo escrito no sirve para nada.

Ante esta situación hay que recordar a Marco Tulio Cicerón “Los pueblos que ya no tienen solución, que viven ya a la desesperada, suelen tener estos epílogos letales: se rehabilita en todos sus derechos a los condenados, se libera a los presidiarios, se hace regresar a los exiliados, se invalidan las sentencias judiciales, cuando esto sucede no hay nadie que no comprenda que esto es el colapso total del Estado, donde esto acontece nadie hay que confíe en esperanza alguna de salvación”.

¿Cómo se puede soportar como Estado, que en dos regiones tan importantes como Cataluña y el País Vasco, el Estado, apenas exista? Por eso los florones del Rey hablando de la colaboración, el compromiso de todos, la voluntad integradora, en situaciones como la actual, me parece que son claramente insuficientes, que no sirven absolutamente para nada, porque las personas a las que van dirigidas no las oyen y si las oyen no las escuchan y continúan con el credo rutinario en pos de sus ideas tendentes a romper la España y la Constitución del 78.

El prófugo y delincuente Puigdemont, acaba de pedir al felón presidencial que incluya en el carro de la compra de votos, la mención de “minoría nacional” para Cataluña. Esto que puede parecer una nimiedad o una simpleza al pensar que cualquier pueblo de España pudiera ser una “minoría nacional”, en modo alguno puede pasar desapercibido. Y es que esta denominación en el derecho internacional goza de determinados derechos a los que pueden acogerse los separatistas en el caso de que Sánchez acepte creyendo o sin creer que es una nimiedad.

Realmente no existe una definición acordada internacionalmente sobre qué grupos constituyen minorías. La existencia de una minoría es una cuestión de hecho y conlleva factores objetivos (como la existencia de una etnia, un idioma o una religión) y factores subjetivos (incluido que los individuos deben identificarse como miembros de una minoría pertenecientes a un grupo minoritario nacional o étnico, religioso o lingüístico). Ya en 1948, la Asamblea General declaró que las Naciones Unidas no podían permanecer indiferentes ante la suerte de las minorías. La declaración se inspira en el artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos , que es la disposición jurídicamente vinculante más aceptada sobre las minorías : “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma”.

Posteriormente el principal punto de referencia de la comunidad internacional con respecto a los derechos de las minorías es la Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas, aprobada por la Asamblea General en 1992. Las piedras angulares de la Declaración son los principios de no discriminación, participación efectiva y protección y promoción de la identidad. La declaración incluye una lista de derechos que pueden gozar las personas pertenecientes a minorías, como el derecho: a disfrutar de su propia cultura, a profesar y a practicar su propia religión y a utilizar su propio idioma. También contiene medidas que los Estados pueden aplicar para crear un entorno propicio al disfrute de esos derechos, como: “fomentar el conocimiento público de la historia, las tradiciones, el idioma y la cultura de las minorías existentes en sus territorios.”

Esto no puede consentirse, pues sería una isla independentista dentro de la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” del Art. 2 de la CE.Y en eso anda Puigdemont ahora. Con su sola exigencia en la negociación de investidura ya está imprimiendo en el alma colectiva de “su pueblo” la existencia real de una nación que nunca existió, mentira tras mentira pero ilusión vana para mantener la conciencia étnica, el desgarro de una nación violada por sus enemigos. Y es que España ha aprobado las declaraciones expuestas sobre las minorías nacionales y según el Art,96.1 de la CE: “Los tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno”, y hay que tener en cuenta las informaciones antes citadas sobre los vínculos para solventar los diversos problemas que pudieran existir en los asuntos exigidos por el prófugo delincuente ,entre el abogado del mismo y el presidente del Tribunal Constitucional. Nadie podía imaginar que seis años después de la fuga del expresidente de la Generalidad la situación política permitiera que un condenado a 14 años de cárcel por colaborar con ETA, que ese es el caso Gonzalo Boye, letrado principal de Puigdemont, negociara directamente con Cándido Conde-Pumpido. Mientras Feijóo, atolondrado como de costumbre no se entera de nada , y manifiesta que “respeta” al prófugo delincuente del maletero, Puigdemont, porque considera que siempre dice la verdad.

Mientras yo me centro en el Artículo 102. 1 “La responsabilidad criminal del Presidente y demás miembros del Gobierno será exigible, en su caso, ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. 2 Si la acusación fuera por traición o por cualquier delito contra la seguridad del Estado en el ejercicio de sus funciones lo podrá ser planteado por iniciativa de la cuarta parte del Congreso y con aprobación de la mayoría absoluta del mismo”. Este presidente, dado el concepto de traición que señala el código penal más bien enfocado a acciones de guerra y a connivencia con el enemigo, difícilmente podría incluirse en esos conceptos, aunque el 21 de diciembre de 2019, el líder del Partido Popular Pablo Casado, acusó por primera vez al presidente del Gobierno de haber cometido “un acto de traición a España”. Pablo Casado escogió ese término para valorar la reunión que el día antes habían mantenido en Barcelona Pedro Sánchez y Quim Torra. La acusación del dirigente conservador de nuevo la puso sobre la mesa a raíz de la figura del mediador acordada por el Ejecutivo y la Generalitat para la mesa de partidos. Casado acusó a Sánchez de traición y piensa “que está traicionando a España mientras actúa contra su Constitución”. Es decir, no es nueva esta acusación y ya está en la mente de gran número de españoles. Por ello se debería ir pensando en una figura jurídica de índole similar que no tuviese que ser aprobada por mayoría absoluta, bien sobre de malversación de fondos públicos u otros delitos que permitieran la incapacidad del felón; seguramente las voces jurídicas de los partidos de la oposición la pueden encontrar con facilidad, si alguna vez deciden hacer oposición.

Y es que es difícil seguir así. Mi clavo ardiendo al que agarrarme consistió en pensar que el Rey denegaría al fulano en funciones que nos preside la posibilidad de poder ser investido como Presidente, dado que los votos necesarios para su investidura provenían de partidos extra muros de la Constitución, cuyos líderes no habían pasado por la Zarzuela para comunicar al Soberano sus intenciones, por lo que éste debería haber desechado la posibilidad de investidura de Sánchez. En ese momento me acordé del Rey Juan Carlos I, que verdaderamente reinaba, a pesar de todos sus defectos. No fue así, y esa concesión a la investidura fue ensalzada por la mayoría de los medios y sobre todo por los más influyentes. A ver ahora, como con “la voluntad integradora”, “la colaboración y el compromiso de todos” y la “actitudes solidarias”, clavo ardiendo al que ahora muchos, demasiados se agarran, podemos rechazar firmemente la ley de amnistía, el referéndum de Cataluña y la denominación de “minoría nacional” o “Cataluña como nación” a Cataluña que exige como precio del chantaje el prófugo y el hoy presidente en funciones concederá, pues acaba de decir , con la falta de dignidad y moralidad que le caracteriza :“ En el nombre de España, de su interés y en defensa de la convivencia , defiendo hoy la amnistía y porque es la única vía de gobierno”. Pues en mi nombre no y me atrevería a decir que en el de Juan Carlos I tampoco.

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