Categorías: Sociedad

África tiene mucho que contar

El CETI lleva hoy a cabo un programa de actos que protagonizan inmigrantes que ni quieren ni pueden olvidarse de sus raíces

LA CITA, EN LA SALA. Los inmigrantes quieren que los ceutíes conozcan África y para ello desde el CETI se ha organizado un programa de actividades que se inicia a las 11:30 y concluyen a las 23:00 horas. Música, teatro, gastronomía, danza, arte, desfile de moda, cuentacuentos...

 

JOBB ESSEME llegó al CETI el pasado mes de diciembre tras pasar ocho años recorriendo fronteras desde Gabón, su país natal. Expresa lo que le sale del alma y le llega de arriba, se deja llevar y muestra su arte a través de la danza y la pintura. 
Tardó ocho años en llegar a Ceuta desde que a los 19 no pudo soportar ver a su madre y a sus hermanos sumidos en la miseria cuando sus propios tíos asesinaron a su padre para robarle el dinero que había ahorrado como soldador durante toda una vida. Inició un recorrido que recuerda con detalles y que le llevó finalmente a caer en manos de una mafia que, a cambio de dinero, le prometió a él y a una quincena de compañeros de camino, dejarles en la frontera de Argelia con Marruecos. Les abandonaron a 30 kilómetros del destino prometido, en medio de un desierto que invitaba al desaliento y a la desorientación, que consiguieron vencer estableciendo un juego de situaciones donde cada uno de los hombres era una punta de estrella que debía caminar de frente varios kilómetros y retroceder al punto de inicio, donde aguardaban las tres mujeres del grupo. Él lideró la marcha aprovechando su visión de las proporciones, entrenada desde pequeño gracias a la pintura. Es la máxima expresión de lo que siente. Estuvieron quince horas caminando hasta que divisaron unos faros de luz a lo lejos. Sin agua. Sin comida. “Caminando hacia delante y un pastor nos ayudó. La verdad que en Marruecos la gente nos ofrecía comida e incluso mantas y el viaje hasta el norte nos salió gratis porque el Rey dejaba a los inmigrantes utilizar ese transporte sin tener que pagar”. Cuando pisó tierra ceutí el pasado 7 de diciembre se sintió feliz. Pero sus lágrimas se escapan cuando echa la vista atrás y recuerda lo que ha dejado por el camino. Una hermana “que murió por brujería y de lo que me informaron a mitad de camino”. Así que se traga las lágrimas que no ha derramado y explica que “la vida está construida en el bien y en el mal. Dios es la luz y ahí quiero mantenerme”. Es católico, creyente y considera que su creatividad sale de “allá arriba”. Forma parte del grupo étnico Makune que esta noche a las 21:15 trasladará a los espectadores el sentimiento de sus integrantes. “Yo canto, grito, bailo...sigo mis instintos”, explica mientras muestra varios de sus dibujos. Sus cuadros adornarán las paredes de La Sala. “En mi obra trato de mostrar las raíces de mi tierra, juego mucho con los colores y trato de transmitir la alegría de la vida y la fuerza de la naturaleza y las cosas bellas”, dice. “La piña representa la energía y en alguno de mis dibujos si se observan con detenimiento, se pueden ver piñas y la felicidad de vivir, eso es lo más importante”.             

Piloto de motos, las mafias de Argelia querían que pasara drogas. Se negó y le amenazaron

ZELLAT BEKHADRA
Ser pobre en Argelia, explica, no le da derecho a nada, ni siquiera a ir poco a poco adquiriendo una vivienda como era su sueño y para lo que trabajaba sin parar y ahorraba poco a poco. “No pudo ser por unos problemas a los que se unieron las amenazas de muerte y las persecuciones que me obligaron a irme de allí”. De su cuello cuelga una moto. Ama las motos. Allí las pilotaba y los narcotraficantes querían que de paso transportara drogas de un lado a otro. Se negó. Y comenzaron las amenazas. Eso ha quedado atrás, al igual que su madre, enferma y sus hermanos “que ya todos han hecho su vida y se han casado”. Cuando iba en moto de un sitio a otro, siempre se turnaban para cocinar y allí fue aprendiendo todos sus secretos culinarios que hacen las delicias de los que degustan sus platos. Hoy los que se acerquen a La Sala podrán disfrutar de su cus-cus argelino, distinto al marroquí. Se le da bien y le gustaría casarse “y cocinar para mi mujer y ganarme la vida también como mecánico de motos”. En el CETI es muy querido. Lleva siete meses, asegura que es muy feliz y no deja de ayudar a sus compañeros que preparan nerviosos, junto a sus monitoras, otros platos que hoy trasladarán a La Sala y que todos los que asistan podrán disfrutar en el encuentro intercultural y gastronómico que han estado organizando en las últimas semanas. Zekhadra ha hecho durante su estancia en el centro, un curso de manipulador de alimentos y sabe que debe llevar gorro para cocinar y cumple con todas las normas que ha aprendido. “Me gusta cocinar, hacer feliz a la gente y sobre volver a mi país, no quiero morir, la verdad”.

Bruno aprendió español en siete meses en el CETI y a representar obras de teatro que denuncian las condiciones de vida de sus países de origen
“Si se permite utilizar esta palabra, quiero decir que la vida en África es una mierda”, dice Michel Bruno Lissouck, un camerunés de 24 años que habla español perfectamente, tiene muy buenos modales y busca “poder progresar, una mejor educación y ayudar a mi familia”. Nunca había actuado hasta que llegó al CETI hace siete meses.
Tampoco había dado ninguna clase de español. “El que quiere algo, trabaja por ello y lo consigue”, dice convencido y sin olvidarse de las palabras de su madre el día que cogió dos camisetas y se fue en busca de una vida mejor. “Me abrazó, me deseó suerte y me dijo que todo iría bien y es verdad, todo va bien, me gusta estar aquí, he aprendido un idioma y gracias a Dios todo va mejorando”. Detrás de toda la fortaleza que muestra y sus ansias de juventud por comerse el mundo, también tiene miedos. Su padre murió cuando tenía tres años y ha sido su madre la que con la pequeña huerta de su casa ha logrado sacarle a él y a sus tres hermanos pequeños adelante vendiendo algunas verduras que cultivaba en el mercado.
Ahora él se siente responsable  de todos sus seres queridos y sueña con poder quedarse en España, estudiar Física o Ingeniería Informática y ayudar a los españoles mientras ahorra un dinero y se lo envía a su familia. Cuando llegó a Ceuta el pasado 20 de octubre, varios compañeros de viaje murieron en las aguas al intentar cruzar a nado. “Yo nunca había nadado y no puedes ayudarles, la Policía marroquí te persigue y sólo piensas en llegar a la otra orilla”, explica. En el CETI, acude a todas las actividades que puede y aunque nunca había hecho teatro, ha descubierto que es una manera de poder reivindicar atención y tratar de mejorar las cosas que detesta de muchos países de África. “Haremos un teatro que habla sobre la corrupción, porque allí es algo que vivimos a diario. Por ejemplo, si tienes dinero tienes salud y si no, nadie te cura”, lamenta. También, el grupo de teatro del centro, ‘Mboa África’, representará un skeetch sobre los celos y el egoísmo de las personas “que envidia a alguien que prospera y tiene más que él”. La primera de las actuaciones tendrá lugar a las 19:30 y la segunda a las 20:20, sobre las tablas de La Sala.

André estudió durante 17 años música en Camerún, país que abandonó por ser perseguido al formar parte de la oposición

Ha pasado más de media vida entre notas musicales. Para acudir a clases de música, recorría 20 kilómetros a diario porque no había una escuela más cerca, pero siempre supo que eso es lo que le gustaba e incluso trabajaba como albañil para costearse las clases. A sus 33 años, reconoce que lo lleva en los genes. El padre y el abuelo de Andre Batissech también eran músicos y él espera que alguno de los tres hijos que dejó en Camerún lleguen a serlo. Pero para que no quedaran huérfanos de padre, huyó tras una campaña electoral en la que él decidió formar parte para cambiar el gobierno que sentía no hacía lo suficiente por el pueblo y comenzó a militar en un partido de la oposición. Era el tesorero. Le robaron todo el dinero y comenzaron unas amenazas basadas en la corrupción que le hacían temer por su vida. Sus hijos se quedaron al cuidado de una de sus hermanas que tenía medios para mantenerlos y el tardó tres meses en llegar a Ceuta. Lo más complicado fue cruzar la frontera del Tarajal. “Tragué mucha agua”, recuerda. No sabía nadar y un flotador le ayudaba a mantenerse a flote y “simplemente me dejé llevar por las olas”. Piensa y dice que realmente no fue tan complicado como el desierto.  “Allí, en las dunas de Argelia, me picó un escorpión en el dedo y mis compañeros de viaje me hicieron un torniquete y estuve ingresado en el hospital”. Todo son muros que ha conseguido derribar para conseguir su meta. Siente que cada vez está más cerca: “me gustaría tener medios económicos, tener una vida bonita y ayudar a mis hijos a salir adelante”. La música significa mucho para él. Hoy, a través de África Band mostrará que con su guitarra y con su voz es capaz de hacer estremecer al que lo escucha. lo ha demostrado a decenas de músicos reconocidos en su país y en otros muchos y ha sido la música la que le dio la oportunidad de entrar en el partido político en el que militaba para intentar cambiar la situación y terminar con la corrupción “aunque me dí cuenta de que es imposible, pero la música nunca me ha decepcionado”, reconoce. Invita a todo el que quiera acudir a verle en el escenario de La Sala junto a sus compañeros, en una actuación prevista para las 22:15 de la noche.

Con 31 años huyó del racismo entre etnias y terminó en manos de una mafia de la prostitución

LALY DIALLO
Los enfrentamientos entre diferentes etnias en Guinea Cronaqui la obligaron a huir como instinto de superviviencia tras quedarse huérfana y dejar a sus hermanos al ciudado de una tía. Llegó hace apenas quince días al CETI tras conseguir escapar del coche de un proxeneta nada más atravesar el Tarajal en el maletero, que pertenecía a una de las mafias de prostitución que explota a mujeres desesperadas que huyen de la pobreza y la muerte en sus países de orígen. Hoy desfilará con vestidos característicos del continente africano y mostrará manualidades que se han estado elaborando estos días representativos de los países de los que llegan los residentes en el centro.

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