La Asociación Española de la Guardia Civil -AEGC- insta al Ministerio del Interior a adoptar medidas urgentes en la valla de Ceuta y a dotar de la seguridad debida a los guardias civiles que allí prestan servicio, sin tener que esperar a que se produzca una desgracia para reaccionar. Y ahora lo hace con mayor urgencia después de lo ocurrido en Melilla, en lo que ha sido una auténtica tragedia con varios muertos y cientos de heridos. Ha pasado en la ciudad hermana pero en cuestión de horas puede suceder igual en Ceuta, en donde la asociación lleva tiempo advirtiendo de la existencia de lagunas importantes en materia de seguridad que son conocidas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. ¿Qué se ha hecho? Nada.
Sucede por ejemplo con el fiasco de los sensores y sistemas de alarmas repartidos en los tres sectores en los que se divide una línea perimetral de más de ocho kilómetros. Con la obra adjudicada por una millonada para la retirada de las concertinas, en lo que fue un básico lavado de cara del PSOE en busca de eliminar las alambradas que el mismo partido mandó colocar, se ha anulado la efectividad de este sistema. La alerta al producirse un salto llega después e incluso hay tramos en los que esos sensores ni siquiera funcionan. Esto provoca que cuando el agente llega, el salto ya se ha producido. Se han hecho informes al respecto y la AEGC lo ha denunciado en anteriores ocasiones en El Faro. Interior no ha intervenido.
La fibra óptica no se ha cambiado desde que se colocó en la valla, es decir tiene una vida de más de 22 años, habiéndose actuado sobre la misma con meros parcheos. El resultado es la ineficacia técnica de la que luego se pretende culpar a los agentes.
Con un tiempo mermado de reacción llega el otro lastre: la falta de personal. Se produce ahora de manera sangrante pero empeorará en el verano con las vacaciones.
AEGC reclama un aumento pero ya, de inmediato. Y lo hace con fundamento porque las mañanas y tardes están caracterizadas en la valla por una ausencia clarísima de agentes. Tanto que las patrullas llegan a ser unipersonales y se reparte una para cada 5 ó 6 kilómetros de valla. En los tramos más abruptos sería necesario incluso mayor número de efectivos que, de momento, no los hay. En esos tramos la visibilidad es prácticamente nula. Esto genera inseguridad en los propios agentes, habiéndose producido ya incidentes. Esta misma semana un efectivo destinado en el control del vallado resultó herido al cortarse con los cristales de la ventana de su vehículo, después de producirse una entrada de entre seis y siete personas, habiendo arrojado una de ellas una piedra contra el coche para evitar ser interceptado. Accidentalmente el guardia civil se cortó con los cristales.
Esas patrullas unipersonales son insuficientes y provoca que los agentes “se la jueguen” ante cualquier intervención de riesgo que se pueda producir. AEGC se pregunta qué puede suceder ante entradas que se organizan en cuestión de horas y con tan pocos efectivos. El despliegue de los GRS se lleva a cabo en horario nocturno.
De momento las entradas en Ceuta son en pequeños grupos, que logran así su pase a la ciudad con mayor éxito. El goteo es constante, con jornadas en las que saltan 4, otras cinco...
AEGC lleva tiempo denunciando la situación en la que Interior ha dejado la valla, habiendo tramos en los que ni siquiera hay peines invertidos o tubos. Son tramos desnudos que así han quedado porque ya se comunicó oficialmente que no se iba a trabajar más al menos en este 2022.
El sistema de peines invertidos, que fue la elección de Interior tras meses sin definir por qué alternativa apostaba para sustituir las concertinas, no tiene función alguna. Los saltos se llevan a cabo en 15 segundos, algo que la propia Guardia Civil ha constatado. En las zonas en las que se colocaron los sistemas tubulares sí que se ha notado una reducción a cero de los accesos, al ser un tramo imposible de cruzar. Pero el problema es que esos elementos no se pueden colocar en una valla marcada por un terreno complicado en el que ha habido derrumbes y que no soportaría ese peso a riesgo de producirse un desprendimiento.
Con más personal se complementaría el vacío dejado, pero ni hay más agentes ni tampoco materiales y recursos suficientes.
En estas condiciones tiene el Ministerio del Interior el vallado, con grietas que han sido denunciadas en informes internos y a través de su publicación, sin que se intervenga.
AEGC señala la colaboración que se está teniendo por parte de Marruecos, lo que evita males mayores al haber un despliegue importante en su lado de la valla. Pero insiste en que España debe actuar no dejando ‘vendida’ la vigilancia en los más de ocho kilómetros de vallado. Es además la frontera sur de Europa, la misma en la que existen contratos millonarios para mantener los sistemas de vigilancia operativos, pero en la práctica estos no funcionan.
La asociación reclama medios y recursos con la urgencia debida y siempre teniendo en cuenta la situación que se produce en un límite fronterizo que quedó parcialmente renovado pero que no ha arrojado la eficiencia que se había anunciado oficialmente.
Estas grietas provocan además desenlaces fatales como el ocurrido en la ciudad hermana en donde no se conoce siquiera el alcance.
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