Categorías: Opinión

Adiós personal

Yo, por si no lo sabéis, mantengo el antiguo sentido gentilicio romano de familia amplia y generacional. Y por eso quiero y defiendo a mi familia, a mis amigos, a mis gentes y a mi tierra como algo que considero me corresponde como mío. Pero también sé que a veces lo que aceptamos como verdad no es toda la historia. ¡Una cosa es saber y otra hablar! Por eso quiero explicarme.
Mi casa esta en el mediterráneo, está alejada de la península, y oculta en cierta manera por el mar y la montaña. Esta fijada por dos fronteras de agua y tierra que la diferencian de la mayoría de las demás fronteras europeas. Sin embargo, siempre estuvo aquí con nosotros. Y en ella, están inscritas como clave la historia entera de dos civilizaciones. Así, pasan nuestros días, entre Castillejos y Algeciras, dejando que dos grandes mundos se fijen en nosotros: El Magreb islámico y la Europa cristiana.
Por eso, nosotros, simplemente somos unos españoles en el límite de unas civilizaciones que husmean nuestras vidas. Mas, ajenos a ello y por el contrario, aquí solo celebramos la vida cotidiana de nuestras gentes, sin importarnos las fronteras y disfrutando de nuestra pacifica y profunda vida en comunidad. Y si nuestra vida es un espejo casi inmóvil entre dos grandes mundos diferenciados. ¿Que hechos podrían fomentar nuestra separación ciudadana? ¡Ninguno! Y así pasan nuestros días.
En estas tierras africanas nunca fui un extraño. ¡Es mi casa! Mis ojos se abrieron a la luz y a las sombras en ella. Y yo, siendo castellano por derecho de sangre, soy africano por derecho de suelo. Porque yo nací en África y he dejado pasar gran parte de mi vida en Castilla, vascongadas, levante y en mi Ceuta española donde se sigue hablando el idioma de Cervantes. Y… ¡Entre todas estas tierras descubrí el mundo donde después tuve que sobrevivir!
Pero fue en Ceuta, donde mi corazón fue descubriendo la alegría de la vida y sus tristezas entre los aires del levante, del poniente y hasta del vendaval que nunca he entendido. Aires, húmedos y secos en cada día que pasa. Aquí crecieron mis hijos, y siguen pasando los años. ¡Cuanta vida recorrida en mi casa!
Por sus caminos, más allá de mi corazón, bajo la cúpula de un azul inmenso que apenas sujeta a un amarillo sol resplandeciente, fui descubriendo mis pensamientos. ¡Cuantos pensamientos amables, me acompañan entre estos increíbles colores! Cuantos, pensamientos bellamente vestidos con la luz de mi tierra me han asaltado. ¡Siempre junto a seres iguales a mí mismo!
Que hermosos días disfruto en mi casa. Días, donde puedo mirar el horizonte, nunca alcanzado por la mirada ante el mar que nos rodea. ¡Que épocas grandiosas para los que queremos a nuestra tierra! ¡Que caminos y pensamientos quedan todavía por explorar entre la luz de nuestros dos mares! Que magnifico es saludar a mis vecinos todos los días en las calles. Y además, me he permitido el orgullo de representar y defender políticamente a mis gentes.
Más… hoy empiezan los tiempos de los adioses. Esos, adioses tristes que siempre acompañan a los hombres. ¡Siempre hay adioses entre los hombres! Pero sigamos con el escrito. Nuevas gentes ocupan los puestos de responsabilidad política. Y hoy como ayer, los hombres debemos buscar otras formas de ocupar nuestros días, porque la vida a fin de cuentas es siempre hacer algo.
Pero también quiero hacer mención a algo que leí hace mucho tiempo  y que asumí como propio. Y es que las personas no somos gusanos de seda en los que cada generación empieza de cero, sino que los hombres tenemos una historia detrás de cada uno fácil de seguir y que acredita la verdad o no de nuestros hechos. Por ello, ahí dejo mi historia y mis hechos de antes y durante mi paso por la política de mi tierra. ¡Espero, que nadie vea en ellos ni cobardía ni astucia de beneficio personal!
Sin duda, toda mi gente… ¡Como yo!”, somos africanos entre dos mundos diferentes, que jamás dejaremos de amar a nuestra casa. ¡Porque el terrible pájaro azul que dejamos volar un día en nuestras mentes, jamás descansa! ¡Y donde yo nací, en Alcazarquivir y ante la sorpresa de mi madre, la palmera se acerca cada vez más al cielo que la guarda!
Por ello, aprovecho el espacio que el periódico el Faro ha tenido a bien cederme estos meses atrás para despedirme de vosotros. Prácticamente Ha terminado el compromiso que jure cumplir en el año 2007. Pero mi despedida es solamente como representante político del gobierno de mi tierra nunca como ceutí, caballa y como simple afiliado por ideología del Partido Popular.
Ya tan solo queda deciros que ha sido un honor y un orgullo representaros y luchar por todos vosotros en aquellos los lugares donde he tenido responsabilidad política. Atrás dejo la defensa política de los míos en otras manos.
Y… ¡Hasta mañana cuando sigamos encontrándonos en nuestras calles y mercados! Porque, yo seguiré aquí, al menos por ahora, junto a los míos. ¡Gentes… de corazón igual!

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