Estos días pasados viendo la evolución del presumible rescate del niño Julen hice lo que creía más eficiente en estos momentos, ponerme a rezar y decirle a nuestro hacedor que el pobre niño sufriera lo mínimo posible, ya que según lo desprendido por especialistas en espeleología podía un hombre sobrevivir durante unos días determinados. Pero los días corrían y no quería informarme de cómo estaba siendo el suplicio de los medios que estaban utilizando para poder tener los presumibles restos del infeliz angelito. Yo ya daba por sentado el fatal desenlace de este pequeñín. Sin embargo tenía a mi mujer en medio reportera pegada las 24 horas al televisor recopilando datos cada instante. Mira que le dije que me dejara tranquilo pero ella insistía en darme pelos y señales de los medios desplegados en la zona de la pedanía de Totalán, provincia de Málaga. Fue una infraestructura que nadie podía imaginar. Además parecía que estaba con planificación efectuada al milímetro. Lo cierto que todo el mundo quería colaborar en sacar de ese laberinto al crío. Todos los vecinos funcionaron también con una sincronización tan alemana que parecía que no fuéramos humanos.
Se paró el tiempo de la competitividad y de las envidias entre los semejantes y pasamos a ver lo antiguo de lo que eran los vecinos de verdad. Daban todo lo que tenían para que esa familia tuviera lo necesario para estar lo más cerca posible de su hijo. No repararon en nada. Le traían víveres tanto a ellos como a los voluntarios que se encontraban en este paraje, ya que querían que el desafortunado nene lo trajeran lo más rápido posible a sus padres José y Viky. Incluso un vecino proporcionó una vivienda para que estuvieran bien protegidos en las frías noches de estos días que pasaron junto a ese agujero que fue la causa de un desafortunado, presumible, resbalón de un inquieto niño de corta edad.
Nadie de los voluntarios quería salir de sus lugares asignados para los trabajos y tenían que ser empujados para ser reemplazados. Y eso que el cansancio era evidente por el cúmulo de horas, trabajos efectuados y el estrés que tenían todos pensando que podían traer a la casa a ese ser tan querido ya por toda España. Hubo una frase que he recogido que da en el clavo con todo esto: “Hasta los que no lo conocían lo van a echar de menos”. Y es que desde el primer momento ha sido un personaje. Por desgracia negativo. Y ha ocupado muchos minutos en todos los medios de comunicación. Los padres han estado desde el primer momento tratados como unos señoritos por unos psicólogos especialistas. Es una impresión muy fuerte que no todo el mundo puede soportar. El despliegue de medios ha sido sublime y muy bien coordinado. Hay que dar un diez para todos incluidos a los mineros que fueron el broche de oro de este extraordinario rescate. Se jugaron la vida, pero gracias a dos factores lo hicieron con más fuerzas si pudiera ser posible. Uno, porque son profesionales de la minería y otro, porque muchos de ellos son padres y esto daba, si se podía, más alas a la mentalizacion de estos padres de familia que hacen esto porque son profesionales y le movían el espíritu que se observaba al lado suya. De esos vecinos que querían lo antes posible a su niño perdido. Hay por ahí una petición para firmar por estos super mineros, pidiendo que se le conceda el premio Príncipe de Asturias 2019. Yo personalmente la he firmado creo que se lo merecen.
Después de ser recuperado los restos mortales de Julen tuvieron que soportar un nuevo alejamiento de su hijo. Pasar por la zona donde los doctores forenses hicieron su trabajo para dar un poco de luz al misterio de la muerte. Después de entregar los restos a la familia se vio nuevamente que no estaban solos esos pobres padres. Todo un pueblo del Palo estuvo en la calle para dar el último adiós a su querido pequeñín Julen. Que descanse en paz.