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Adiós al doctor de todos

La sociedad ceutí se viste de luto ante un ejemplo de solidaridad y entrega. La familia  del Doctor Abdelkrim ha trasladado sus restos al Chalet Villa Nuria, en Loma del Pez y será enterrado mañana a las 14:30 en Sidi Embarek Hay personas que no buscan qué dar. Que se dan a sí mismos. Quizá por eso, el fallecimiento ayer por la tarde del doctor Maimón Abdelkrim, ha caído como un jarro de agua fría para miles de ceutíes que sienten que le deben mucho. Algunos la vida. Aún así en las últimas semanas se seguía con interés la evolución de su estado de salud que finalmente se quebró en la tarde de ayer. El día 25 de diciembre, estando de guardia, se empezó a sentir mal y optó por ser ingresado. Hasta ayer, aunque nadie perdía las esperanzas, pocos eran los que auguraban que fuera a sobrevivir.
Todos los que le conocieron saben que sus 64 años han dado para mucho. Nació en Marruecos pero su madre, una humilde ama de casa que se dedicaba en ocasiones a la limpieza de otros hogares, se casó en Ceuta y lo trajo junto a ella siendo aún un niño. En Vicedo Martínez, compartió su infancia y juventud en un domicilio modesto junto a su madre, y al que él consideraba su padre y tres hermanas, menores que él. Al llegar comenzó a trabajar en el Mercado de Abastos como recadero, llevando pedidos a domicilios y fueron los propios clientes los que le animaron a estudiar. “Era analfabeto y con mucho esfuerzo, por las noches, logró sacar adelante sus estudios hasta conseguir la posibilidad de poder entrar a la universidad”, dice un amigo muy cercano a él. Abdelkrim continuaba trabajando y entonces, mucha gente del centro que ya le conocía y sabía de su rectitud y su esfuerzo, le empujó a conseguir su sueño. Él quería ser médico y se fue a Granada con la ayuda económica de esas personas, de su trabajo y de becas, a estudiar Medicina.
En Granada costeaba parte de sus gastos levantándose a las 5:00 de la madrugada para cargar camiones y así, siendo mozo de almacén, esforzándose y luchando, logró terminar la carrera regresando a Ceuta donde comenzó a ejercer a principios de la década de los 80.
Siempre recordaba a médicos como Ballesteros y Fossati que le dieron la oportunidad de comenzar y la Clínica Los Ángeles donde vistió por primera vez esa bata blanca que le acompañaría el resto de su vida. Se enamoró de una compañera de trabajo con la que se casó posteriormente y fruto de esa relación nació la primera de sus hijas, Mirella, que con 28 años se encuentra en la actualidad opositando para ser juez. Con el tiempo, la relación con su primera mujer se rompió y la casualidad le llevó a conocer a la que sería su segunda esposa con la que tuvo dos hijos, Omar e Ismael que en la actualidad tienen 19 años. Adoraba a su familia y ésta, le conocía tanto que sabía que el bienestar de los enfermos era su prioridad porque “era humilde, sencillo y tenía un gran corazón”. El portavoz de sus familiares en unos momentos tan delicados, Abdelkader Manán, destaca que esa llaneza y esa tremenda humildad, marcaron su espíritu de lucha, su entrega por los demás y su testarudez en ayudarles en todo lo que pudiera vinieran de donde vinieran o fueran quienes fueran.
Ejemplo en muchos domicilios ceutíes de padres a hijos como muestra de superación y de bondad, han sido muchos los que nada más conocer la noticia de su marcha quisieron manifestar su lamento a través de las páginas del periódico. Entre los primeros, el presidente de la ONG Luna Blanca, Mustafa Abdelkader que destacó que era “el mejor socio colaborador que teníamos y no será fácil olvidar el trabajo tan majestuoso que ha realizado”. Mustafa recuerda cómo un día el doctor se presentó de madrugada en su casa tras ser avisado por teléfono de que su madre, paciente de Abdelkrim, se encontraba mal.
Junto al Centro Cultural Al Idrissi le rindieron un homenaje el año pasado “por ser todo un ejemplo de humanidad”. La directiva de la entidad ha querido sumarse a las condolencias recordando “su sonrisa sobre el escenario aquél día y dejando claro que hizo mucho por nosotros y será un compañero y un hermano que siempre tendremos en nuestro recuerdo”.
Era serio. Profesional. Entregado. Trabajador. Luchador. Modesto. Humilde. Humano. Era el Doctor Abdelkrim. Muchos le comparan con Sánchez Prado. La Ciudad le concedió la Medalla de la Autonomía en 2003 y el pasado año se decidió que una calle cercana al Hospital Universitario lleve su nombre. Un nombre, que en Ceuta nunca se va a olvidar porque sus actos no lo podrán permitir.

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