La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Ceuta dejó visto para sentencia el caso seguido contra el marroquí A.S., que se enfrenta a 4 años de prisión después de que la Guardia Civil lo detuviera el pasado 6 de febrero con algo más de 62 kilos de hachís ocultos en dobles fondos de la furgoneta que conducía. Desde ese día está en prisión preventiva, manteniendo que es una especie de cabeza de turco, una víctima del típico engaño que se gesta en los talleres de Marruecos en donde se preparan dobles fondos de vehículos para esconder droga.
El acusado, residente en la Península y que trabaja como agricultor además de transportando chatarra, manifestó que había bajado a Marruecos para ver a su padre, aprovechando para dejar su furgoneta modelo Mercedes en un taller en donde, sin su conocimiento, le habrían escondido 62 kilos de hachís. De regreso a Almería, la Guardia Civil lo detuvo después de que el can del Servicio Cinológico marcara la existencia de droga, que fue descubierta en un doble fondo practicado en los paños laterales.
Los dos agentes de la Benemérita que encontraron el hachís no recordaban que A.S. adoptara alguna actitud extraña que llamara la atención. En esta historia hay algo más que un acusado de transportar droga, usando el puerto de Ceuta como trampolín idóneo para facilitar el trasvase de la mercancía. Y es que existe un coacusado, declarado en busca y captura, que fue detenido ese mismo día por la Guardia Civil al saltarle una requisitoria de entrada en prisión. Tras permanecer en la cárcel un tiempo decidió burlar su obligada presencia en el juicio celebrado ayer, aprovechando que se le había puesto en libertad. Por eso se aprobó escuchar su declaración en instrucción, en la que había reconocido que A.S. nada sabía de que portaba hachís en su vehículo y que la droga se había ocultado aprovechando la permanencia de la furgoneta en un taller. Declaró también que la droga estaba valorada en 30.000 euros y que él era el que había maquinado la ocultación y el pase, usando a A.S. de cabeza de turco. Al coincidir con él en prisión, habría decidido confesar la verdad.
Fiscalía mantuvo la petición de cárcel frente a la tesis exculpatoria de la Defensa
Este coacusado no compareció ayer para repetir lo mismo que dijo en instrucción pero ahora en la fase estelar del procedimiento que es el acto de juicio oral, determinante a la hora de condenar o no a una persona. Por eso la representante del Ministerio Fiscal no se cree a esta figura del “espontáneo samaritano” que ve sufrir al acusado por un delito que no ha cometido y se presta a la confesión.
Cree más bien que todo es una treta para exculpar a A.S., para quien pidió una sentencia condenatoria con dos pruebas básicas por delante: transportaba la droga y tenía plena disponibilidad del vehículo en donde se ocultó.
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