Mientras comienzas a leer este pequeño relato, sobre todo si es de noche, debes saber que alguien (a tu lado) lo está leyendo contigo.
No lo ves y, posiblemente, ni lo sientas, pero está ahí, leyendo a unísono contigo y esperando descubrir su final.
Pero te anticipo que este relato, NO tiene final. Y no tiene desenlace, porque no depende del escritor, sino de la lectura que hagas tú y tu acompañante.
¿Qué harías si tu preciosa hija fuese violada por un grupo de jóvenes borrachos?.
Posiblemente tú te conformarías con que, tras la pertinente denuncia, fuesen enjuiciados y condenados a treinta años de cárcel.
Pero aquel que lee junto a ti. Ese que todos llevamos dentro desde que el mundo es mundo, los buscaría y los asesinaría uno a a uno, con el dolor más indescriptible que pudieran soportar.
Y es que el ser humano es dualista.
Con él conviven el bien y el mal y depende de la lectura que hagas tú o tu sombra, actuaras de una forma u otra.
En definitiva, el final lo decidiereis entre los dos y éste será un final admitido socialmente o ancestralmente humano.
Y ello no quiere decir que tú seas el paradigma del bien y tu otro yo, el adalid del mal.
Todo depende del momento.
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