Jesús Rivera Marroco se enfrenta cada día a una situación, después de tanto tiempo denunciando, ya límite: “Te quita las ganas de salir”, lamenta.
Este vecino de la barriada de Otero tiene su particular croquis de la accesibilidad en nuestra ciudad. “En el tramo principal de esta avenida, desde el ambulatorio de Ingesa hasta ‘Villa Capona’, constantemente tengo que estar saliéndome a la carretera. Me encuentro con bordillos y el asfaltado está muy mal”, describe.
Si continúa su camino, a la altura de la sede de autobuses, el siguiente reto: “Hicieron obras y consistió en un asfaltado en el que echaron el cemento en el paso de cebra”. Precisamente son estos pasos los que, cuenta Rivera, causan mayores dificultades, al tener una parte en la que sí está habilitado, pero en la siguiente tener el bordillo. Al final, la alternativa es la carretera.
“El otro día quería ir con mi madre al centro comercial, y todo el tiempo estaba saliendo a la carretera. Porque el acerado es todo el rato igual: tiene su bajada y en el otro lado, el bordillo”.
Le pasa lo mismo en la subida de la cuesta de la avenida del Ejército Español. Se queja porque los cuarteles tienen a las entradas sus respectivos escalones que impiden que personas en su situación puedan continuar por la acera.
Incluso en zonas en las que Fomento ha destinado presupuesto para su reforma y la mejora del acerado, el resultado final es contraproducente. “En la calle Jáudenes han reformado y, por ejemplo, en la misma curva no sé de quién ha sido la idea, han puesto unos bolardos que imposibilitan a las personas como yo el paso. Dos no podemos. La silla entra justita”.
A Rivera también se le ponen trabas para poder visitar el Museo del Revellín. Este edificio cuenta con un elevador en su interior, pero el problema está en cómo acceder a él. No sé por qué no toman medidas para solucionar esas carencias. “La respuesta que me dan desde Cultura es que me toman los datos y ‘ya te llamamos’. Todavía estoy esperando. De qué sirve el ascensor si fuera hay un escalón muy alto”.
Pero también con Fomento, en relación a las quejas mencionadas y, además, a un tema que no consigue comprender: apertura de nuevos locales que no son accesibles. “No entiendo cómo Fomento les da licencia de apertura y se construyen sin ser accesibles. Una persona con movilidad reducida no puede acceder”. Recuerda que no es solo él. “Hay muchísima gente como yo”.
Este vecino también ha reclamado en las oficinas de OTACE. Incluso escribió a la página de Facebook del Gobierno de la Ciudad, donde le contestó la consejera de Fomento, Kissy Chandiramani, quien le reconoció que no tenía constancia de sus denuncias. “Parece que van a saco roto”. Además, menciona que cuando fue a Fomento le enseñaron un “ fichero enorme” con las reclamaciones que se han puesto relativas a la accesibilidad.
Rivera tiene lo que se conoce como síndrome cerebeloso, enfermedad rara que afecta a las capacidades motoras y a la capacidad de hablar.
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