El único absuelto de los acusados que llegaron como enjuiciados ante la Sección VI de la
Audiencia Provincial de Cádiz con sede en Ceuta por su supuesta implicación en una organización dedicada al tráfico de personas entre la ciudad y la península a cambio de entre 2.000 y 5.000 euros que desmanteló la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF) de la Policía Nacional hace casi tres años prevé volver a acudir al Defensor del Pueblo,
la Justicia española y el Comité de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra para exigir “responsabilidades a quien tenga que asumirlas” por los 27 meses que pasó en prisión.
Sufian A.A. fue el único de los procesados que negó hasta el final tener nada que ver con la trama y que rechazó sistemáticamente cualquier tipo de conformidad, incluso cuando tuvo la oportunidad de aceptar una pena de reclusión que ya habría cumplido. Fuentes de su entorno denunciaron ayer el “calvario” pasado por el veinteañero desde marzo de 2019, cuando la Policía Nacional explotó su operativo. “Nadie nos hizo caso durante más de dos años
defendiendo su inocencia, alertando de que aunque fuese familia de uno de los condenados como líder de la organización había roto sus relaciones con él y con su pareja desde hacía años, reclamando ante todas las instancias posibles...”, lamentó ayer un cuñado del ceutí que ha sido declarado inocente. “No sabemos si es la Policía, la Fiscalía o los jueces los que tienen que asumir responsabilidades, pero es inaceptable que pasase 27 meses en prisión sin haber hecho nada y que haya salido de la cárcel con necesidad de tratamientos médicos que antes de ser privado de libertad no precisaba”, protestó su allegado en declaraciones a El Faro. En las escuchas telefónicas practicadas durante la investigación a S.A.A. supuestamente se le llamaba “primo” hasta que se mencionó expresamente su nombre. La sentencia de la Audiencia, sin embargo, concluye que la única supuesta prueba de su involucración eran esas referencias y que fuese detenido en el mismo domicilio que sus familiares condenados. Salvo su hermana, que puso “la mano en el fuego” por su inocencia, el resto de acusados al reconocer los hechos también le implicaron. “Ha sido amenazado y coaccionado una y otra vez para que se conformase, pero defendió hasta el final su inocencia”, valora su cuñado.