Un líder de un partido político debe acudir a una comparecencia de calado, como la de ayer del presidente Pedro Sánchez en el Congreso, con los deberes aprendidos. Lo que no puede hacer es mentir, ni nutrir sus valoraciones de chismorreos o audios difundidos de manera masiva sin hacer las oportunas comprobaciones sobre su origen. Salvo que se sea un payaso con ganas de levantar al auditorio fácil. Eso también se estila en demasiadas formaciones, cada vez más. No importa la veracidad del contenido sino los hooligan que se logra arrastrar. Y así podemos escuchar cómo Santiago Abascal, el del caballo que tanto dice defender a Ceuta y tan puesto está en todo lo que nos afecta, es capaz de manifestar que el presidente del Gobierno marroquí acaba de reclamar Ceuta y Melilla como parte de Marruecos. Claro, si busca caldear el ambiente, el premio se lo lleva. Y se lo lleva mintiendo, usando unas manifestaciones de diciembre de 2020, nada que ver con el actual acercamiento entre países para sortear momentos tan críticos como el chantaje que se hizo a Ceuta en mayo del pasado año.
Lo hace el jefazo de Vox, el que quería arreglar la crisis con Marruecos usando al Ejército de aquella manera, pero también tenemos a los ex del PP utilizando el mismo audio viral trasnochado para apuntarse al carro de los despropósitos, como sucedió con José Manuel García-Margallo, el exministro amigo de las tertulias más oportunas y oportunistas.
Del último puedo creer que ha patinado. Del primero no, porque las lanzaderas de formaciones que solo buscan el enfrentamiento las carga el diablo, y no hay mejor forma que caldear el ambiente soltando bulos para recoger lo que va quedando en el camino. Son expertos en eso y en no corregir nunca. Así que según Abascal, ese que dice que tanto quiere a Ceuta, por culpa de la gestión de las relaciones con Marruecos que ha tenido el Gobierno de España ahora Mohamed VI y sus colegas ya están reclamando las dos hermanas.
En fin. Hay maneras de hacer política. Ya se permite de todo, la chulería sustituye a la inteligencia y los bocazas a quienes antes ofrecían discursos con contenido, preñados de mensajes de interés y no de mentiras. Esto es lo que tenemos. Sin medias tintas y sin papel de regalo. En evidencia pura y dura.