La pasada semana perdí muy de mañana a un buen amigo, de aquellos que ya quedan pocos, de esos que siempre están dispuestos a echarte una mano, de esas personas que un apretón de manos es el contrato más grande que dos hombres pueden firmar. Se marcho a las seis de la mañana con los primeros rallos de sol, él siempre fue un gran enamorado del campo y de los caballos, por supuesto de la raza español, para él eran los mejores del mundo. Nos dejo, lo echaremos mucho de menos, no olvidaremos esa planta de “gitano” como yo le solía llamar, pero nunca con la intención de ofenderle, con su sombrero de ala ancha, con sus camisa al mas estilo ranchero, y siempre con esa palabra de amigo.
Se nos fue Miguel de Luque, seguro que en el cielo estará convenciendo a San Pedro para construir unas cabañas de madera.
El siempre defendió a esta tierra, aunque no era la suya, ya que sus orígenes eran de Málaga a la cual regresaba siempre que podía, pero siendo hijo adoptivo de esta ciudad, siempre la defendió como suya, porque en el fondo se sentía caballa por los cuatro costados.
Todavía recuerdo mis conversaciones con él, hablando de sus hijos Luci y Miguelito, de su mujer Conchi que se llama como mi mujer, de los proyectos que tenia en mente de los cuales algunos vio antes de de marcharse al cielo, recuerdo como los dos nos quedábamos hipnotizados viendo a nuestros hijos montar a caballo, las discusiones que teníamos cuando comenzaban a saltar ya que el siempre tenia miedo de que su Luci se cayera del caballo, como discutía con mi hijo Jesús respecto a las razas de los caballos ya que el siempre defendía al caballo español como el mejor del mundo, las controversias con el eran acaloradas en el sentido de que te tenias que reír de las cosas que decía, él nunca se enfadaba, y siempre terminaba con una cerveza y una tapita de lo que fuese para que todos estuviéramos contentos.
Amigo Miguel, como decía la sevillanas tan famosa, “algo se muere en el alma cuando un amigo se va” en tu caso dejas tantos amigos que nunca te olvidaremos, dejas aquí una familia a la que todos queremos y apoyaremos, un lugar que siempre llevara tu nombre y será el punto de encuentro de generaciones venideras, un lugar de ocio y esparcimiento donde la Ciudad de Ceuta tendrá un referente a la hora de hablar del turismo de la ciudad.
Se marcho un buen amigo, Miguel de Luque, no le pongo el don, porque a él nunca le gusto, y quiero seguir respetando lo que él pensaba, te marchaste y nos dejaste para que nunca te olvidemos, pues allí donde estén ten presente que siempre seguiremos recordando, a un buen amigo.