Creo, que a la finalización de mi mandato como Hermano Mayor de esta Cofradía, no quiero dejar pasar de dirigirme a ese grupo humano de capataces y costaleros que conforman la cuadrilla de Santa María de África, y en la que de una forma modesta rindo homenaje.
A unas personas con las cuales he convivido, en la “igualá”, en los ensayos, y como no, en su procesionar por las calles de nuestra ciudad. Lo mismo que el ser Hermano Mayor, o miembro de la Junta de Gobierno de esta Cofradía es un “honor y privilegio”, lo mismo sucede con este grupo humano, que son merecedores de ese honor y privilegio, el llevar sobre sus hombros a lo que más queremos en nuestra ciudad que no es otra que Nuestra Patrona Santa María de África Coronada. Lo primero la igualá. El proceso por el cual se calcula la estaturade cada costalero para saber en que posesión irá debajo del paso. Teniendo en cuenta, principalmente, la caída de aguas de las calles – los más altos irán hacia fuera y los menos en el centro- De este modo todos soportarán el mismo peso. Manolo Creo, conoce a la perfección cuáles son los sentimientos que se vive fuera y dentro. “Los sentimientos de debajo de un paso son mucho más profundos que los de fuera, pero son más ingratos. Lo de fuera es menos humano, lo de dentro es más familiar y unitario”. Debajo del paso se siente “ mucha alegría, devoción y fe, sobre todo cuando eres hermano de la cofradía y te ha costado tanto entrar en ella”. Sin dudarlo, su momento es la salida. “ cuando están todos preparados para meterse debajo de la Virgen”. Así recreo el trabajo bajo un paso y el esfuerzo de estos “cirineos”, que tienen el privilegio de poder vivir momentos únicos, cuando en la salida del “paso” de Santa María de África, se baja la imagen para salvar la puerta. Durante su procesionar, escuchamos numerosas palabras propias del argó costalero: levantá, colocarse al palo, meter los riñones, chicotá. de costero a costero, teniendo en cuenta el amplio vocabulario de los costaleros…. Aquí van unos versos dedicados a esa familia de los capataces y costaleros: Es tu orgullo, capataz, Llamar a golpes certero Pero tú siempre a de estar unido a tus costaleros Todos van por igual Debajo de esos costaleros, y un cariño natural abriga a los más sinceros. Ese martillo al llama es la emoción para ellos y aunque pese al levantar es el momento mas bello Por los caminos más largos rozando siempre lo estrecho, a tu voz, paso a paso, cargados sobre sus pechos Cuida capataz, a la cuadrilla que son buenos costalero que no nacerá semilla en los años venideros Tú bien sabes, capataz, lo que vale un costalero, será un amigo más que vivirá en tu recuerdo. ¡ Lora es cinco de agosto, esto es vivir en el cielo! y esa gracia natural, se debe a los costaleros. Costalero, ve tranquilo, deja que arrastren tus pasos, y que suene escondidos, que es tu pisar solitario, el mejor de los sonidos. Haciendo un poco de historia, el significado principal y primitivamente la palabra “costalero” debemos adscribirlo a un oficio que existió en Sevilla varios siglos, y que era el de las personas que se dedicaban a la carga y el transporte de pesados bultos tales como, pianos, o grandes muebles durante todo el año. Estos señores, con sus costales sus cuerdas y sus esportillas se ganaban la vida en las plazas y alrededores. Sin embargo, estos fornidos trabajadores no eran conocidos con el apelativo de costaleros, sino de “ gallegos”. No debemos pensar de que esta denominación de “gallego” designa la procedencia geográfica de estos cargadores, es una referencia puramente gremial. Estos “gallegos” serán los que porten los pasos durante cuatro siglos, ya que eran los faeneros perfectos para cargar con los pasos. Será en la primera mitad del siglo XX cuando el costalero sufra un punto de inflexión en su carrera que irá cualificando su posición hasta considerarlo como una pieza clave de nuestras Hermandades y Cofradías. En 1.930 aproximadamente desaparece el apelativo de “gallego”, para referirse ya al costalero propiamente dicho como persona que llevaba los pasos de la Semana Santa, sobre todo en la capital Hispalense. Comienza un nuevo ciclo, el de llamado “costalero profesional”, hombre que se forja en el muelle del puerto sevillano y en el mercado de la Encarnación donde realizan labores de carga y descarga todos los días del año, teniendo incluso, en muchas ocasiones, como patrones en sus trabajos a los capataces de las cofradías Será en la década de los treinta cuando aparezca un capataz que revolucionará el mundo de los trabajadores con una forma de trabajar seria y ordenada. Se trata de Rafael Franco Luque, que entra otras innovaciones: fue el que implantó el traje y corbata negra para los hombres del martillo (El Terno Negro), el cuadrante con la lista de toda la cuadrilla y perfeccionó la técnica de la “igualá”, ante entonces un tanto desordenada. El modelo que se repite año tras año hasta prácticamente finales de los setenta era el de un grupo de siete u ocho capataces, cada uno con su cuadrilla propia de Cristo y de Palio, y que trabajaban una cofradía por día. Incluso a veces hubo capataces que llegaron a sacar hasta tres cofradías el mismo día como le ocurrió a Rafael Franco Luque el jueves Santo de 1.945, donde por la mañana sacó la Amargura, por la tarde Montesión y en la Madrugada El Gran Poder. Por lo tanto es costalero al trabajar cofradías todos los días y cobrar por ello pues se embolsaba un dinero que ayudaba a la economía familiar. A estos hombres les fue uniendo una afición desbordada, al mundo del costal ya que entorno a su trabajo bajo los pasos se creó una verdadera expectación con el paso de los años., llegando su eclosión a mediados de los cincuenta principios de los setenta, década esta última que se conoció como la de oro en cuanto a capataces y costaleros. Fue la época del nacimiento del “Al cielo con ella”. Malos tiempos corrían para los costaleros profesionales en los albores de los setenta. Las constantes reivindicaciones salariales por parte de estos a las Juntas de Gobierno, crearon un ambiente de crispación en el que se hacía urgente en encontrar una solución Será el 14 de Mayo de 1.972 cuando se consumó un hecho que sería la solución perfecta que dispara los problemas que en materia de costaleros acodiciaban las cofradías. La Virgen de las Aguas del Salvador fue llevada a hombros ese día por cofrades no asalariados. En la actualidad las cuadrillas de costaleros están formadas tantos por hermanos como por no hermanos y aficionados al mundo del costal. La cuestión de la incorporación de las mujeres al mundo del costal también existe y ya hay cuadrillas de mujeres por diversas ciudades.. Con esta aportación escrita, quiero finalizar mi homenaje, a la mejor cuadrilla de capataces y costaleros (que no se me enfade nadie), de España entera, que cada año fiel a la cita del cinco de agosto, llevan sus hombros a nuestra Excelsa Patrona, Gobernadora, Alcaldesa Perpetua, y Protectora de todos los ceutíes. Es lo más grande que tenemos en Ceuta. Amigos capataces y costaleros, tenéis mi admiración y cariño y os digo que tanto dentro como fuera de la Junta de Gobierno me tenéis a vuestra disposición. Un fuerte abrazo para todos y “Al Cielo con Ella”