Categorías: Sucesos y Seguridad

A 50 euros la escapada

En la lista de novedades que maneja el Instituto Armado aparece en rojo la última de las fugas producidas en el puerto y protagonizadas por individuos que, sin estar todavía en calidad de detenidos, son interceptados por la Guardia Civil al ser sospechosos de portar droga. No se les puede colocar los grilletes hasta que se compruebe si realmente ocupa bellotas en el interior de su organismo. El tiempo que transcurre hasta que llega la ATS para practicar la radiografía se convierte en la posibilidad que tiene el todavía sospechoso para escapar.
Y eso es lo que ocurrió no hace ni una semana, cuando dos marroquíes con residencia en la península fueron advertidos por la Guardia Civil después de que el can del servicio antidroga les marcara que en su vehículo había hachís. Registro, tras registro, en el coche no se encontró ni una bellota. El escondite estaba en otro lugar, en el interior de los cuerpos de los dos ocupantes del turismo.
Ambos sospechosos, no detenidos, fueron requeridos para que pasaran por el trámite que iba a servir para colgarles o no la etiqueta de culeros: el examen de la ATS. ¿Y qué hizo la pareja? Buscar la fuga a la desesperada. Así, mientras que uno de los marroquíes hacía gala de su corpulencia para golpear al único sargento que tenían de vigilante, el compañero escapaba del lugar alejándose del control, del puerto y de la visión de las cámaras con las que, supuestamente, debe estar vigilada toda la avenida portuaria pero que nunca están cuando se les requiere. Hay más de uno que todavía se pregunta si el ‘Gran Hermano’ montado por José Torrado funciona o está sólo para ejercer el papel de ‘asustaviejas’.
Bien, pues fueron necesarios más de dos guardias para detener al agresor, que ya ha sido acusado de atentado, desobediencia y... ¡bingo!, delito contra la salud pública, ya que efectivamente llevaba droga en su interior. Pasó de ser sospechoso a tener sobre sus espaldas hasta tres imputaciones de las que tendrá ahora que responder ante la justicia. ¿Y su compañero? Se escapó como un mero sospechoso y así ha permanecido varios días hasta que, por arte de magia, acudió por propia voluntad al juzgado. Claro está, sin bellotas de droga en su interior. Su identidad quedó reseñada por la Guardia Civil así que su escapada por alguna de las fronteras era inviable. ¿De qué se le puede acusar? Tan sólo de una desobediencia leve... es decir, 50 euros de multa. ¿Y cuántas bellotas llevaría en su interior? El secreto se lo ha llevado él  en plena carrera y resulta imposible aplicarle un delito contra la salud pública sin la prueba requerida por cualquier juez: el hachís.
¿Es este un caso aislado? La historia más reciente nos arroja una negativa como respuesta. En un año han sido ya cuatro los casos registrados de fugas. Los intentos ya ni se cuentan. La falta de medios con que cuenta la Guardia Civil así como la lección aprendida que traen quienes protagonizan estos episodios ayudan, y bastante, a mantener el juego del ‘gato y el ratón’. ¿Está todo esto organizado? Fuentes oficiales de la Guardia Civil dicen desconocer si existen determinadas personas que, en Ceuta, aleccionarían a los sospechosos de portar droga a buscar esa escapada. En la calle se comenta lo contrario. Los que se arriesgan a cargar, de media, casi un kilo de hachís en su interior, saben a lo que se enfrentan (más aún si tienen antecedentes, lo que les supone cárcel segura) y conocen al dedillo cómo está el sistema y qué deben hacer si son marcados como susceptibles de ir a participar en un delito contra la salud pública.
Los derechos nunca hay que explicárselos a quienes van a cometer delitos: se los conocen a la perfección. Saben que no serán detenidos hasta que se les haga la placa, y saben de qué medios disponen las fuerzas de seguridad. No sólo apuntan hacia la Guardia Civil, también hacia la Nacional, Cuerpo que tampoco se salva de estas fugas. A sus agentes se les han llegado a escapar detenidos hasta de los calabozos, y debido a las trabas que están intentando solventarse, se ven obligados al traslado de sus detenidos con droga al Hospital. No será la primera vez que ese traslado se hace incumpliendo la ley, disponiendo sólo a un agente para esta tarea en vez de los dos que serían de obligado cumplimiento.
Los recortes llegan hasta este punto, y bajo su mandato siempre van a ganar ‘los malos’. El fenómeno de los culeros se ha disparado de tal manera que ha terminado por convertirse en uno de los problemas más graves para las fuerzas de seguridad, debido a la cantidad de detenidos que masifican sus instalaciones y a la lentitud del proceso que supone una detención de personas que deben evacuar la prueba que les llevará, o no, hasta prisión.

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