Negociar bajo el miedo, bajo la coacción que anula cualquier decisión que tomemos, bajo la amenaza, bajo el chantaje, bajo presión, bajo la posibilidad de perderlo todo si no accedes a los deseos, las razones o los intereses del que guarda escondido esa sensación viscosa, pútrida y nauseabunda de tener que hacer o decir lo que nunca harías o dirías sin esa “pistola en la cabeza”. Valga esta expresión como una metáfora. Mejor decir “ comulgar con ruedas de molino” creer o aceptar cosas imposibles de creer o de aceptar.
Veo a nuestro presidente que no se atreve a mirar a los ojos a Puigdemont, no se atreve a exponer lo que piensa realmente de la amnistía, no se atreve a defender que España no necesita verificadores, ni irse fuera del país porque lo exige la otra parte.
Veo la disciplina del partido haga lo que haga o diga lo que diga el líder. La libertad tiene un precio que no estamos dispuestos a pagar.
Veo a la comunidad internacional hablar con la boca pequeña sobre el genocidio de Israel en Gaza. Echarán bombas atómicas, arrasarán, aniquilarán a Palestina pero el miedo acallará a cientos de países que no hará nada para evitarlo.
Veo el miedo del PP para dejar claro que nada tiene que ver con VOX pero, por otra parte, los necesitan y venderían su alma al diablo para conseguir el poder.
Veo a Póncio Pilatos lavarse las manos y a Pedro negando a Cristo.
Veo a alumnos atemorizados por no ser agredidos, a trabajadores atemorizados por no ser despedidos de sus puestos de trabajo, a homosexuales atemorizados por no ser víctimas de homofobia, a mujeres atemorizadas que no denuncian a sus parejas, a gente atemorizada que no denuncia un delito, a periodistas atemorizados por no seguir la línea editorial, a escritores atemorizados por no poder escribir lo que piensan, a padres atemorizados por sus hijos, a hijos atemorizados por sus padres, a vecinos atemorizados por un vecino, a asustaviejas, a secuestradores que atemorizan a los secuestrados y a sus familias, a pelotas atemorizados por ser excluídos o señalados, a profesores que no hablan en los claustros, a los que no denuncian por las represalias, a los que siguen con sus parejas con el terror de comenzar de nuevo, a los que están el altar diciendo si porque no se atreven a decir no, a los cómplices silenciosos que se hacen ciegos y sordos.
Todo es miedo. Hobbes lo vio cuando sentenció que “el hombre es un lobo para el hombre”.
Yo tengo miedo a muchas cosas, pero cuando el miedo me paraliza lanzó un CAÑONAZO para asustar al miedo.