A comienzos de nuestra guerra civil, ya en el mes de Noviembre de 1936, la aviación nacional y la alemana, de una forma salvaje e indiscriminada, lanzaron varias bombas incendiarias sobe el Museo del Prado. Nunca entenderé tamaña salvajada. “El Prado es más importante que la República y la Monarquía. Porque en el futuro podrá haber más repúblicas y monarquías en España, pero estas obras son insustituibles”, esta frase fue pronunciada por Manuel Azaña en una acalorada discusión con Juan Negrín, presidente del gobierno entre 1937 y 1939. “Si estos cuadros desaparecieran o se averiasen, tendría usted que pegarse un tiro”. He de decir que estoy completamente de acuerdo con Azaña. Ante el temor a que pudiera ser destruido semejante tesoro, el Gobierno de la República ordenó al Tesoro Artístico la elaboración den un plan para proteger de los bombardeos las valiosas pinturas de esa maravillosa pinacoteca. Madrid era un lugar clave para la aviación nacional y el traslado de los cuadros se pergeñó como la mejor solución. Un peregrinaje que tardaría tres años. En el mismo mes del bombardeo los cuadros salieron en secreto de la gran pinacoteca española y viajaron a su primer destino, Valencia, a bordo de setenta y un camiones; el pintor extremeño Timoteo Pérez, cuidaría de las criaturas de Velázquez, Goya, Rembrandt, Murillo, Rubens, Tiziano y tantos otros. Como los nacionales ya avanzaban hacia Levante, se consideró llevar nuestro tesoro a un lugar más seguro, Barcelona. De nuevo otro viaje esta vez bordeando la costa de Valencia con las tropas franquistas pisándoles los talones. La expedición no iba a estar exenta de problemas, alguno de ellos muy grave, ya que al atravesar Benicarló una bomba destrozó el balcón de una vivienda provocando que los cascotes se precipitaran sobre uno de los camiones, el que transportaba “Los fusilamientos” y La carga de “Los mamelucos” de Goya, que quedaron gravemente dañados. A su paso por Tortosa, la comitiva tuvo un nuevo contratiempo: la caja que transportaba “Las meninas” no cabía por el puente que cruzaba el Ebro. Fue entonces cuando el militar republicano que estaba al mando de la expedición propuso desmontar el lienzo del bastidor y enrollarlo. Rafael Seco de Arpe, nieto de Manuel de Arpe, el restaurador que iba en la comitiva, explica la reacción de su abuelo ante esta propuesta: “Mi madre nos contó que mi abuelo se plantó ante él y le dijo: 'lo hará por encima de mi cadáver'. Temía que la pintura se desprendiese de la tela si la doblaban. Al final la camioneta cruzó por otro puente alejado de la ruta. El viaje se retrasó, pero “Las meninas” se salvaron. Ya en Cataluña, se vio que la precipitación en la huida hizo difícil encontrar un lugar seguro por lo que se buscaron refugios provisionales , el monasterio de Pedralbes en Barcelona, en Viladrau, San Hilari Sacalm y el castillo de Perelada en Gerona, serian algunos de ellos. Las obras del Prado vivieron sus momentos más trágicos; incluso el propio Manuel Azaña, alojado junto a las pinturas en el castillo de Perelada, escribiría que por las noches se desvelaba pensando en que las bombas franquistas, con tal de acabar con su vida, pudieran destrozar también los Velázquez que descansaban debajo de su dormitorio. Finalmente el pintor Josep Maria Sert, que mantenía buenas relaciones con ambos bandos y que residía en Francia desde el estallido de la guerra, se encargó de organizar un comité internacional de museos para hacerse cargo de las obras al otro lado de la frontera. En Figueras, y en nombre de un gobierno republicano en plena desbandada, Julio Álvarez del Vayo firmó un acuerdo con los representantes del comité museístico internacional para la entrega de las obras. Los cuadros serían trasladados a Francia entre los días 4 y 9 de febrero de 1939, en los mismos camiones en los que huían de España miles de exiliados, y desde allí, el 12 de febrero de 1939, fueron llevados al Palacio de las Naciones de Ginebra, en Suiza. La odisea del patrimonio español transportado en 22 vagones fue portada de la prensa internacional, y el 1 de junio de 1939 se inauguró en el Museo de Arte e Historia de Ginebra la exposición: “Obras maestras del Museo del Prado”. En quince salas se expusieron un total de 174 obras. El mismo acuerdo indicaba que al final de la guerra las obras de arte serían trasladadas en tren de nuevo a España, lo que ocurrió en septiembre de 1939.
Madrid no es una ciudad monumental como París, Londres o Roma, pero ha logrado en los últimos tiempos un auge y una pujanza con la que puede competir con esas ciudades y sobre todo desde el punto de vista cultural es muy difícil que pueda ser vencida especialmente en cuanto a los museos. Esa joyas que atraen diariamente a miles de turistas nacionales y extranjeros llegados de todo el mundo para recrearse en El Prado, el Thyssen, el Reina Sofía o en las salas donde fundaciones importantes exponen obras extraordinarias todos los días del año. A pesar de que en las grandes arterias de la ciudad se puede asistir a los espectáculos musicales, antaño solo reservados para Nueva York y Londres, considero que el gran valor de esta ciudad lo enarbola la museística y en primerísimo lugar el Museo del Prado, en mi opinión la principal pinacoteca del mundo en pintura de los siglos XVI al XIX con todas las joyas antes citadas y como no Las Meninas.
Naturalmente todo ciudadano español con un pequeño afán cultural en su alma, quisiera poder ver cualquiera de los inmensos tesoros que guarda el Prado. Como nos gustaría ver sin tener que movernos de nuestro hábitat, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, la Gioconda o el David de Miguel Ángel. Pero los que afortunadamente los hemos visto en su “casa”, comprendemos que es donde mejor se encuentran. El traslado de cualquier obra maestra supone un riesgo difícil de afrontar por quienes tienen la responsabilidad de su custodia. Excepción hecha de los robos como los frisos del Partenón, robo del inglés Duque de Elgin, siguiendo la ancestral política británica, el busto de la reina más bella de Egipto Nefertiti, realizado hace más de tres mil años hallado por un arqueólogo alemán Ludwig Borchardt que se exhibe en el Neues Museum de Berlin, o los innumerables piezas que el amigo Napoleón arrebató a Egipto y que enseñorean París. Todas ellas deberían haber sido devueltas a sus países de origen. Ya en España, la Generalidad de Cataluña se niega a devolver las 43 pinturas del Monasterio de Sijena (Huesca), 35 de la Sala Capitular y 8 de las denominadas “pinturas profanas”, expoliadas hace mucho tiempo.
“Urtasun se reunió con representantes de más de 60 museos españoles, para retomar este plan que definió como “un proyecto colectivo que defiende la Cultura como elemento vertebrador”, y una forma de reafirmar “la cohesión territorial y la igualdad”, pero cuando un comunista habla de cohesión e igualdad, siempre me temo lo peor”
El tal Sánchez ha vuelto donde solía y ha formado nuevo gobierno, hay que recordar que el tal Sánchez nació un 29 de Febrero de 1972, por lo que, aunque dicen que ha cumplido 51 años en 2023, al cumplir años solo en los bisiestos, mentalmente solo ha cumplido 13 años, y a partir de ahí podemos explicárnoslo casi todo. Es todo un chaval de 13 años y con trece años, la mala suerte nos acecha. Un chaval que ha formado gobierno y con la nueva hornada de ministros, 22 nuevas cabezas se miran unas a otras qué hacer en sus ministerios y de nuevo surgen las barbaridades, porque ninguno de ellos tiene una sola idea que pudiéramos llamar razonable; pero da igual, porque el tal Iceta, antiguo ministro de Cultura, sin estudio alguno ahora es nada menos que Embajador ante la Unesco y la actual ministro de educación, tampoco se le conocen saber alguno, pero todos saben que después de ser ministro con el Felón tendrán una canonjía superior que se traducirá en mayores estipendios, lucir más y trabajar mucho menos.
Uno de los premiados con un ministerio ha sido un tal Ernest Urtasun, procedente de la afamada ganadería de Galapagar, donde a un tipo que siempre embiste por la izquierda en un premio de consolación le regalaron un canal monocolor. El nuevo ministro, diplomático de carrera parece que ha tenido poca experiencia como diplomático por no decir ninguna, solo unos años después de aprobar la oposición en su Ministerio y después a la política sin ningún puesto de diplomático en el exterior, con ese bagaje y unos años de europarlamentario podemita, quiere nada menos que suprimir la Fiesta Nacional y trocear Museo del Prado por lo que pienso que ha sido elegido porque el resto es desecho de tienta tienta. No le gustan los toros ya que ha definido la tauromaquia como una actividad «injusta, sádica y despreciable», y quiere trocear el Prado para que se culturice el pueblo. El ministro es un ejemplo perfecto de lo que Fernando Savater, en su Tauroética (2010), llamó la «barbarie compasiva»: «Porque en su sentido prístino y radical, el bárbaro no es quien maltrata o no se compadece de las bestias, sino quien no distingue entre el trato que debemos a los humanos y el que corresponde a los animales”. Voy a dejar por ahora lo concerniente a la tauromaquia, ya que no estamos en época y voy a adentrarme en nuestro querido Museo del Prado.
Lo de trocear el Museo, a si a simple oída no sé si querrá decir que por ejemplo los de Bujalance puedan colgar en su iglesia el cuadro de “Los Borrachos”de Velázquez y así no se tienen que desplazar a Madrid, claro que el viaje del tren a Madrid de los 7.832 bujalanceños con su correspondiente vuelta creo que es mucho más barato que el precio de la póliza de seguro que debería proteger el riesgo del traslado, la estancia y el regreso de los tales borrachos. Nuestro Museo, además de gran parte de las obras de mi pintor favorito, tiene afortunadamente muchas más que la convierten en la primera pinacoteca mundial en la pintura anteriormente citada, de hecho posee más de 30.000 obras de arte, y expone en sus paredes unas 1.600 piezas, habiendo cedido más de 3.400 obras en más de 279 instituciones públicas de nuestra España.
Me temo que a lo que nos vamos a enfrentar es a un nuevo frente dirigido por los nacionalistas con objeto, no solo de trocear el Prado sino de disolver, en su aspecto cultural, el Estado español. Todo ello detrás del proyecto “Prado extendido” que fue presentado en noviembre de 2022 por el entonces titular de la cartera de Cultura, Miquel Iceta y el director de del Museo del Prado, Miguel Falomir. Este plan propone ceder de manera temporal o permanente obras de la institución entre las 279 instituciones que ya albergan colecciones del museo y proponía “una reordenación integral de su política de depósitos en otras instituciones situadas a lo largo de toda la geografía naciona”.
Pero cuando se habla de “Obras de la Institución” no se especifica si nos estamos refiriendo a las de la colección permanente o a las 33.000 obras que tiene en sus depósitos. Sería una verdadera barbaridad sacar las grandes obras del museo y repartirlas por todo el territorio nacional. Ante esta posibilidad el Consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Mariano de Paco, advirtió que el Gobierno madrileño se opondrá "siempre" a "cualquier medida" que suponga "una descapitalización por la puerta de atrás de los museos nacionales”, por su parte el lego Urtasun se reunió con representantes de más de 60 museos españoles, para retomar este plan que definió como “un proyecto colectivo que defiende la Cultura como elemento vertebrador”, y una forma de reafirmar “la cohesión territorial y la igualdad”, pero cuando un comunista habla de cohesión e igualdad, siempre me temo lo peor. En Francia se pueden ver en los museos de diversas ciudades francesas obras que pertenecen al Louvre, pero ninguna región francesa exige la autodeterminación o independencia y el peligro de perder las obras cedidas es inexistente. Si creemos al director del Museo del Prado, Falomir, en la presentación del proyecto, insistió en que "no se va a desvestir ningún santo", asegurando que no se van a ceder ninguna de las obras icónicas de la colección, pero los ministros de Sánchez son especialista en estropear todo lo que bien funciona y yo espero que Puigdemont, no le pida a Sánchez “Las meninas” para adornar su dormitorio de Waterloo como apoyo a los próximos Presupuestos Generales, ya que repitiendo lo que le dijo Azaña a Negrin, “si estos cuadros desaparecieren o se averiasen, usted tendría que pegarse un tiro”. Para evitarlo, Urtasun, no me toque “Las meninas”.