Soy tu pañolero, soy tu marinero artillero que enciende la mecha la de tus cañones a bordo la que al oir el estampido soy tu condestable, valiente artillero español.
El pañol de la pólvora o también santabárbara es el pañol que se sitúa bajo el tablado de la santabárbara,
Santa Bárbara de Nicomedia según los escritos antiguos griegos, conocida como Santa Bárbara una mártir cristiana reconocida Santa por la Iglesia. nació un cuatro de diciembre, festividad que celebra el patronazgo de los artilleros, de los mineros, su nombre para denominar los polvorines y almacenes de explosivos, protectora de los daños del temporal, rayos, truenos y centellas, por eso nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
La artillería se entiende por el conjunto de armas de guerra pensadas para disparar proyectiles de gran tamaño, a largas distancias empleando una carga explosiva como elemento impulsor.
Por España, fuimos los marineros encargados de la gestión de los pañoles y de los materiales y armas guardadas allí se llaman pañoleros; y en concreto los del pañol de pólvora, que son soldados artilleros, se denominan pañoleros de Santa Bárbara.
Aquellos que estuvieron, los artilleros son depositarios y herederos de tanta hazaña, hicieron con su gesta tantos valores y virtudes que nos han diferenciado a lo largo de la historia y de los cuales nos sentimos dignos y orgullosos como garantes de la herencia de nuestros héroes.
Nombres de artilleros ceutíes como, Fuentes Pila, Menjón Carrasco, Bustamante y Polo Bernarde y los últimos de Sierra Marcelo, Díaz Márquez y Zapatero Rocamora, fallecidos en acto de servicio en los años 1979, 1988 y 1999 respectivamente, han vuelto a resonar en los corazones de los artilleros de Ceuta.
Por parte de una sección de la primera batería de artillería se ha realizado finalmente una descarga de fusilería. Gracias Señor, gracias te doy porque me diste la gracia de ser de los primeros, me diste por tu amor ser lo que soy, me diste la aristocracia de ser solamente un artillero.
Bombardas, culebrinas, falconetes, morteros, obuses y cañones.
Que importa si iluminan hasta los cielos enteros con sus bellas explosiones.
Sin escudos al amparo mi corazón se embarga de los más bellos sones al oír los disparos, descarga tras descarga, de acerados cañones.
Un fuerte, una muralla, parapeto, trinchera, un fortín, un abrigo, todo el aire es batalla y explosión artillera en el campo enemigo.
El oficio más bravo de ser solamente hijo de Santa Bárbara y artillero.
Queda para el final las balas de cañón que tenían para su final.
Comandante de Infantería Julio Benítez y Benítez, hace 102 años se defendió heroicamente sin víveres, sin agua y sin municiones, en la posición de Igueriben.
Murieron 392 soldados españoles incluido el Comandante Benítez, que fue el último en salir muriendo entre las alambradas y el parapeto.
Queda para la posteridad su última arenga en la que informaba de que sólo le quedaban doce salvas de cañón.
Ante el aviso de rendición, el contestó : Los de Igueriben, mueren pero no se rinden, tengo doce disparos de cañón, cuéntelos y cuando oigan el último hagan fuego sobre la posición, estaremos revueltos vivos o muertos.
España que nos mira siempre amante, recuerda nuestra Historia Militar escrita desde el pañol del condestable, Santa Bárbara que su nombre siempre suena más radiante a quien supo ponerla en un altar.
Es el pañol de un buque o dependencia, los compartimentos o divisiones de popa a proa , hoy evocando al Comandante Don Julio Benítez con una batería, aniquilados sus hombres en aquella posición, siendo de Infantería, defendiendo tenaz al cañón, al morir como un valiente Artillero.
Por eso se dice “quemar o volar la santabárbara” cuando es la decisión extrema “sin reparar en los daños que puedan causar los medios empleados”.
“Ay, gloriosa Santa Bárbara, ten compasión de nosotros: danos agua sin la piedra, que acaba en los panojos”.
A mis artilleros los que componen el Ramix-30, como son el de Campaña y el Antiaéreo, “por su esfuerzo y operatividad en las maniobras y adiestramiento, por tantas veces que fui testigo cubriendo los actos y celebraciones, pude contemplar el cañonazo de las doces, derramar lágrimas por vuestro Himno, así como aquella música cuando desfilaban las baterías y cañones, aquí seguiré dejando escritas mis letras fiel marinero en la silueta del navío desde, el pañol del condestable.