Japón, un país reconocido por sus contrastes, vuelve a sorprender con una práctica peculiar en el Shachihokoya, un famoso restaurante ubicado en Nagoya. El local ofrece un producto sorprendente por 300 yenes. (aproximadamente dos euros): la bofetada de la mujer de Nagoya.
No sé qué darán de comer, cuál será el primer plato y el segundo. El postre son unos bofetones bien dados por la módica cantidad de dos euros.
Ahí están los contrastes: espiritualidad milenaria, prácticas sexuales desconocidas, tradiciones que jalonan la sociedad nipona con rituales ancestrales.
El imperio del sol naciente también ofrece la posibilidad de adentrarse en otras prácticas renovadoras.
Los japoneses dan las gracias por todo.
Los japoneses no desperdician ni una gota de agua, se descalzan al entrar en casa, son los reyes del reciclaje, no tiran basura en la calle.
Los niños son los encargados de limpiar la escuela.
También cuentan cuentos de terror para evitar el calor y hacen ruido a la hora de comer. La propina es un grave insulto para la dignidad de cualquier persona.
El plato estrella ahora son dos buenas BOFETADAS (aquí lo llamamos hostias). Al parecer el estilo, la sensualidad, el erotismo o la fantasía maridan con los sabores asiáticos y suponen una deconstrucción de lo culinario y lo físico.
Renovarse o morir. Tampoco hablamos de puñetazos o de partirle la cara a los clientes, estamos investigando sobre prácticas desconocidas en países como el nuestro o de nuestro entorno.
¿Se podrá pedir que, al final del ágape se brinde a tortazo limpio? ¿Sería una buena idea para nuestras cenas navideñas y para celebrar comidas de empresa?
Algo tendrá el agua cuando la bendicen y Japón no da puntadas sin hilo.
En Ceuta podríamos abrir un Bugao con exquisiteces a la carta:
Sopa de almejas con pellizco del metre. El restaurador acompañaría el caldo pegando pellizcos a los comensales.
Manitas de cerdo sazonadas con eructos. A cada manita le corresponde un eructo venido de los fogones.
Copa de helado al pipí caliente. La copa se regará con unas gotas de orina proporcionada por artistas de prestigio internacional.
Bocaditos en la cara rodeados de caviar.
El caviar se expandirá por el rostro de los camareros y lo degustaremos a bocados.
Ojos de Fresa. Dos buenos fresones en las pupilas que saldrán de su ubicación mientras pegamos coscorrones a nuestros compañeros de mesa.
Para terminar y como alternativa al alcohol se puede propinar una somanta de palos por un suplemento de 50 euros. Se podrá añadir a la paliza todo tipo de fantasías para amenizar la velada:
Puñetazos, insultos, latigazos, correazos, zurriagazos, escupitajos y lanzamiento de pedradas a la puntería.
En el ciclo de cocina del Almina se entrenarán a los alumnos con estas técnicas que harán las delicias de los paladares más exquisitos.