Hay denuncias imposibles de entender, al menos en un 2023 en el que las situaciones tercermundistas no deberían tener espacio. Los padres de escolares que acuden al ‘Vicente Aleixandre’ y a las ‘Adoratrices’ muestran el camino de cabras por el que deben pasar sus hijos.
Un camino más corto empleado sobre todo por aquellas familias que carecen de vehículos para llevar a los niños al centro escolar y que buscan así un atajo perfecto (o ese debería).
Los menores con sus mochilas a la espalda deben atravesar este lugar lleno de desniveles y zanjas, por un lugar que, con las lluvias venideras, será todavía más peligroso.
A diario los chicos y chicas pasan por esta vía sin que nadie haya adoptado alguna medida para garantizar una mínima seguridad de inmediato.
Cuesta entender este tipo de denuncias, sobre todo porque existen recursos y medios para solventarlas con rapidez sin necesidad de que, desesperados, los afectados acudan a los medios de comunicación.
La falta de empatía y miramiento hacia situaciones tan extremas lleva a este tipo de casos que suponen una llamada de atención, una advertencia ante cualquier posible accidente.
Hay muchos asesores de ambas administraciones capaces de solventar este tipo de incidencias con poco esfuerzo, buscando alternativas que mejoren el día a día de los ciudadanos. No se hacen por dejadez, por indiferencia. Eso es lo triste. Alternativas hay, si no se adoptan es porque importa bien poco el bienestar de la ciudadanía aunque se difunda lo contrario.