Asistimos a la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados. Las calles tuvieron que escuchar todo tipo de insultos, vejaciones, amenazas y gritos llamando a la revuelta violenta.
“Marlaska maricón”, “ Pedro Sánchez, hijo de puta” ,” Franco, Franco”, “Rey traidor”, “esto no es una sede, es un puticlub”, “no os atrevéis con los moros”.
Banderas preconstitucionales, cruces gamadas, muñecas hinchables, pedradas y destrozos en la vía pública. Un panorama desolador.
Diputados del PSOE fueron agredidos a huevazo limpio y las soflamas sonaron como un eco en la calle Ferraz.
Ya en el mismo parlamento hemos tenido que escuchar gritos, pitos, y palabras como “golpistas” y “dictador”.
Ya lo dijo Aznar: “Quien pueda hacer algo que lo haga”. ¿A qué se refería? Eso solo lo sabrá el y ni falta que hace que lo explique.
Lo que nos dejó perplejos fue “el hijo de puta” con el que atizó la excelentísima presidenta de la Comunidad de Madrid desde la tribuna de invitados.
Sánchez, en su uso de la palabra, recordó “la presunta” mordida del hermano de Ayuso.
Con buena ironía dijo que no había dicho eso aunque sus asesores reconocieron el insulto y lo justificaron por la provocación del candidato.
“Me gusta la fruta”, dijo la lideresa.
El decoro parlamentario se ha ido de paseo y las buenas formas al carajo.
¿Qué le digo a un alumno si me llama hijo de puta? ¿Qué hago si el escándalo en el aula es parecido al del parlamento? ¿Dónde me meto si me dicen profe maricón o la profe es una prostituta? ¿Y si me tiran un huevo? ¿ Y si me humillan con palabras soeces?
Los padres de la patria, la sede donde reside la soberanía del pueblo, el respeto a las ideas y el reconocimiento de la legitimidad de los resultados deberían ser ejemplos. Son nuestros representantes, somo nosotros los que, de alguna manera, estamos en el Congreso ¿Si digo en un claustro “ hijo de puta” a alguien ¿qué me puede pasar?¿Y si se lo digo a un alumno o a un padre?
Qué complicado es enseñar valores éticos en los tiempos que corren.
Si tienen ocasión vean los boxeos dialécticos en la Asamblea de Ceuta. Al menos hablan de nuestra ciudad en toda España.
A mí también me gusta la fruta, señora Ayuso.