Hay mañanas que gustan madrugar y más si sobre las seis y media de la mañana, te encuentras pasando la frontera a un contingente de bomberos de Zaragoza, y en su interior, a un personaje, que parecía sacado de esas series de súperhéroes.
Con su sonrisa que lleva a cuestas y sus ganas de ser el protagonista, dio, con mucha educación, los “Buenos días”, y entre bromas y chascarrillos, nos fue informando del periplo que estuvieron haciendo por tierras de Marruecos.
Fueron parte de uno de los contingentes que se desplazaron hacia la zona afectada por el terremoto de la escala 7, que como decían los informativos “era equivalente a dos veces y media, a la explosión de aquella fatídica bomba atómica que lanzaron los norteamericanos en las ciudades japonesas de Nagasaki e Hiroshima, preludio del fin de la guerra contra Japón”.
Es una bonita acción de colaboración, hacia un pueblo cercano a nuestro Reino de España.
Las primeras horas, como se sabe, son esenciales y se ha hecho todo lo bueno que se ha podido, y con los medios que tenían, en sus manos: voluntad y ganas de ayudar al prójimo, que necesitaba esos impulsos, ya que el agotamiento estaba presente, en aquellos lugares, y hacía falta esa frescura de trabajar insitu, en aquellos desolados parajes. Hoy un poco más aplacado por las ayudas de estos voluntarios españoles, valientes hombres de Zaragoza y con una ayuda especial de un caballa, componente de la Guardia Civil, que según insiste en reseñar: “siempre trabajo con la camiseta de la Guardia Civil que me mostró dentro del coche de bomberos donde se encontraba”.
Y allí, en aquellos lugares, fue el icono que demostró que una parte de la Benemérita Institución de la Guardia Civil, estuvo allí presente, ante la llamada a trabajar para socorrer a un vecino.
El terror fue cambiado por las ganas, frescura y forma de un Rachid Sbihi, que fue uno de los “ángeles” protectores que fueron a ayudar a una población que necesitaba ese esfuerzo y ganas derrochadas por todos ellos.
Son unos héroes que no serán recompensados con medallas, pero sí con ese amor que han derramado, allí en esos pueblos afectados por un temblor que llegó , según me dicen “a varios lugares de nuestra querida tierra peninsular”.
Muchas gracias Rachid por ser un hombre con ese corazón tan grande y bondadoso, y no guardado para tí.
Se que Dios te dará todas sus bendiciones, y nosotros te damos este apoyo de humanidad, ante la caridad humana, que nos has dado a estos pobres afectados por una desagradable alteración de la Naturaleza.
Muchas gracias y que nunca te olvides de todos los demás que tenemos por nuestro contorno.