Si estuviste en la noche, en la oscuridad sin límites, en el vértigo cotidiano de la tristeza. Si dejaste de nadar y te salvaste por los vientos propicios que te regresaron a tierra, aunque fuera una isla en la que pedir auxilio.
Si supiste del dolor, de miradas extrañas, de sombras alargadas y deformes en las que no puedes reconocerte.
Si te dejaste, si pensaste alguna vez desistir, rendirte, pensar en mezclarte con la espuma de las olas, con el olor a mar, con el sabor de sal en tu boca agrietada, sumergida en la arena donde te encontrarían.
Si saliste a la calle sin dirección, sin saber dónde ibas, sin importarte regresar a una casa extraña que no reconoces.
Si hoy vuelves, si hoy te cuesta contener lágrimas, si respiras sin aire, si no amanece porque no pudiste dormir pensando aquel día en el que te sorprendió esa ceguera extraña que no te deja ver la luz..
Debes saber de tu experiencia, debes construirte, prepararte para cualquier huracán, para el vértigo de tu miedo.
Dialoga contigo, grita, pide ayuda, estudia pormenorizadamente los síntomas del abismo, enciende una hoguera con lo que encuentres para dar cuenta de tu ubicación.
Mantente en pie, no vale derrumbarse, no permitas refugiarte y seguir alimentando el monstruo que te domina.
Sálvate, escápate de la jaula de tus emociones, despierta de una pesadilla de la que no quieres despertar.
Navega de nuevo, despliega las velas del barco en que navegas, sigue la senda que dibujan la luna y las estrellas proyectadas en el agua.
Levántate, cuentan contigo, eres necesario, te necesitan todos los que andan perdidos, desesperanzados, invisibilizados.
Vuelve a descargar la energía como si fuera un rayo atronador.
Ordénate a ti mismo, que tu alma no puede irse a la deriva.
Ahora no partes de cero, el animal que te persigue ya no es desconocido. Cuando sepa que no le temes se sentirá vulnerable, inseguro de su fuerza. Lo vencerás, se alejará...y cuando vuelva al ataque será débil, tal vez sumiso.
Usa la inteligencia como arma y constrúyete como si fueras un castillo inexpugnable.
La derrota ya no es una opción. ¡Hasta la victoria siempre!