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Tahar Mansouri, residente en Murcia, se ha desplazado a Ceuta para denunciar la desaparición de su hermano
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Asegura que viajaba en la moto de agua que interceptó el sábado la Guardia Civil
Se llama Tahar Mansouri y está desesperado. Es argelino pero lleva un tiempo residiendo en España. Ayer cogió el coche junto a un amigo para emprender rumbo a Ceuta desde Murcia, en donde vive. Y lo hizo con un único propósito, buscar a su hermano Mohammed. Lleva desaparecido desde el sábado, cuando se montó en una moto de agua sobre la que le prometieron llegaría hasta Ceuta. Él y otro argelino más se subieron a bordo en las costas marroquíes y emprendieron ruta confiados en la dirección que llevaba S.H., un piloto marroquí que terminó haciendo maniobras evasivas para evitar lo que no pudo, ser detenido por la Guardia Civil.
Ahora S.H. está en prisión preventiva a la espera de juicio. El Ministerio Fiscal le pide 8 años de prisión por la temeridad de su acción. El argelino que viajaba con él en la moto está en el CETI, pero falta Mohammed. Su hermano Tahar está seguro de que ocupaba otra plaza en esa moto. De hecho en la tarde del sábado, cuando la Guardia Civil salió en busca de la embarcación, uno de los agentes creyó ver a una tercera persona, por eso se activó un dispositivo de búsqueda sin éxito, en el que llegó a participar Salvamento Marítimo y Cruz Roja.
“Yo he venido a buscar a mi hermano. Él estaba intentando cruzar el Estrecho”, explica en una entrevista con FAROTV mantenida en el puerto tras presentar denuncia de desaparición en la Guardia Civil. En esta historia algo no cuadra. El superviviente, con el que Tahar habló por teléfono estando aún en Murcia, le dijo que su hermano Mohammed estaba bien, que había cruzado a Ceuta pero que se encontraba en el Hospital. Esto es lo que le llevó a Tahar a emprender ruta hasta nuestra ciudad: comprobar el estado de Mohammed ya que le era imposible contactar con él. “Me dijo esto, pero ayer cuando vi a este argelino me negó que hubiera hablado conmigo por teléfono, que me hubiera dicho que estaba en el hospital. Yo telefoneé al número desde el que me llamó y delante de los agentes sonó su número. Estaba mintiendo, está ocultando algo. Los agentes son testigos. Sospecho que han tirado a mi hermano al agua, para que así la moto fuera más ligera, más rápido”, explica el joven.
En Marruecos no hay rastro de Mohammed, pero sí que allí Tahar pudo recabar los testimonios de otros argelinos que esperan el pase y que confirmaron que Mohammed se subió a esa moto, que de las costas marroquíes salieron tres personas y no dos, como las que finalmente recuperó la Benemérita.
“Este argelino me ha engañado, no cuenta la verdad”, insiste. “Sospecho que no quiere declarar, porque si hay un desaparecido es un problema mayor. La Guardia Civil dice que han declarado que solo eran dos, pero otros chicos que quieren cruzar me han asegurado que viajaban los tres”, añade.
Mohammed estuvo en 2009 en España, no tenía papeles pero logró llegar a Suiza. Al ser menor de edad tuvo problemas y terminó siendo detenido y expulsado a Argelia. “Intentaba venir otra vez, hablé con él el viernes por la noche. No sabía cuándo iba a salir, pero a mi familia sí que le dijo que iba a intentarlo el sábado”, explica.
“Quiero que busquen a mi hermano, que contacten con Algeciras, con Málaga. Él llevaba una camisa gris, pantalón corto azul y zapatos negros. Tiene una herida en la nariz y un pequeño punto azul en la parte superior del ojo”, añade. Mohammed tiene poco más de 20 años y su familia quiere al menos saber qué ha pasado con él, quiere confirmar dónde se encuentra. Temen lo peor, insisten en que viajaba en esa moto de agua y no quieren que esta historia se olvide.
El caso no puede quedar cerrado tras la presentación de esta denuncia, tras la confirmación de varias mentiras, tras los testimonios que apuntan cuál fue el último escenario seguido por este joven argelino. La denuncia, interpuesta ante la Guardia Civil, forzará a que el caso no se cierre como un episodio migratorio más sino como una desaparición fruto del riesgo de pasadores que no tienen miramiento alguno hacia los demás.