Las elecciones del 23-J están cerca de celebrarse y la única certeza que tenemos de ellas es que se presentan claramente como una dicotomía izquierda-derecha.
Ahora bien, en ese conflicto, ¿hay realmente una fuerza de izquierdas en Ceuta que frene el movimiento reaccionario que ya está siendo evidente en los ayuntamientos gobernados por PP y VOX? La respuesta es evidente: no.
La candidatura de Sumar (única novedad en estas elecciones) deja serias lagunas pues aún no han explicado a la ciudadanía los pilares que constituirán el eje de su programa o una breve exposición de intenciones para esta legislatura, lo mínimo exigible a unos candidatos que aspiran a ocupar cargos en el gobierno, tanto en la Cámara Alta como en la Baja. Tampoco ofrece argumentos a la hora de aclarar por qué se ha dejado fuera a Podemos (principal aliado en el gobierno de coalición) ni los parámetros por los cuáles han sido designados esos candidatos. Así pues, la falta de transparencia y la escasez de argumentos es lo único que podemos percibir de Sumar en Ceuta.
Por su parte, el PSOE no ofrece novedades que sean válidas y atractivas para los votantes. Su discurso se basa en repetir como un mantra los logros del gobierno de coalición, presentándolos como propios, cuando en muchas de esas decisiones el protagonismo lo encabezaron sus socios de gobierno. No obstante, atrás quedan decisiones controvertidas como el hecho de no derogar en su totalidad tanto la ley mordaza como la reforma electoral o el cierre de minas y térmicas (obligando a la compra de carbón de Marruecos).
Aparte de eso, en Ceuta los candidatos no explican su programa y cuestiones como el problema de la vivienda, el encarecimiento de la bolsa de la compra o la subida continua de las facturas de luz y agua se difuminan en una marea de eslóganes y exaltación continua de los éxitos pasados.
De este modo, el votante de izquierdas, en España y por ende en Ceuta, tan solo tiene dos opciones posibles. Por una parte, Sumar, una confluencia de izquierda que representan una socialdemocracia con reformas moderadas en materia social y económica, pero alejado de los postulados defendidos por la izquierda tradicional, como una banca pública, la nacionalización de las empresas de luz y agua, la salida de la OTAN y el cumplimiento de los derechos contemplados en la Constitución (vivienda, salario digno, política fiscal progresiva, revalorización de las pensiones…). Y por otra parte, el PSOE, partido histórico que representa una socialdemocracia al más puro estilo europeo con una política económica neoliberal (baste como ejemplo Macron en Francia u Olaf Scholz en Alemania), que es la idéntica defendida por la derecha, pero con unos “retoques” en cuestiones sociales que lo distancian de la derecha tradicional y ahora, mucho más de la más reaccionaria.
Ante ese panorama desolador, la consecuencia es evidente: el votante tradicionalmente de izquierdas siente apatía, cuando no rechazo, por dichos partidos ya que no se identifica con ellos pues no abordan sus problemas del día a día. Por ejemplo, la inflación en España baja hasta 1,9% (primer país de la eurozona que la ha reducido por debajo del 2%), pero ¿eso se refleja en la nómina de un trabajador?. Esas buenas cifras en política macroeconómica, ¿implica que bajarán los alquileres? ¿y el precio de la vivienda?. Obviamente no y eso es lo que quiere percibir el ciudadano, lo demás solo sirve para rellenar titulares en la prensa.
Así las cosas, la torpeza de la izquierda y su inacción solo beneficia a la derecha y ultraderecha, ya que sus votantes son fieles; no castigan los errores cometidos por sus partidos, es más, los premian. No importa que en su pasado reciente ascendieran la deuda por encima del 100% del PIB como ya ocurrió con Rajoy o pusieran en marcha una amnistía fiscal a los grandes defraudadores. Y en el presente, las expectativas no son mejores en los ayuntamientos que gobiernan con VOX: subidas de sueldos, supresión de concejalías de igualdad y medio ambiente, censura de obras de teatro y películas… en un claro retroceso de derechos que nos lleva a épocas oscuras de la historia de España.
Antonio Gramsci dijo: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos”. Obvia decir quienes son esos monstruos que están apareciendo, pero la pregunta es, ¿hay verdaderamente una fuerza de izquierdas, a nivel autonómico y nacional, capaz de derrotar a esos monstruos y traer ese mundo nuevo?