Estos días hemos visto el cielo de Ceuta cubierto por una plaga de libélulas. La ciudad recibió la extraña visita con sorpresa y curiosidad pues no estamos habituados a ellas.
Dicen los que saben que los cambios bruscos de temperatura son los causantes de estas oleadas de insectos que recuerdan a las plagas de Egipto.
Llegan los interminables veranos y los tórridos calores despiertan a moscas, moscardones y mosquitos. Las medusas se pasean por las playas como Pedro por su casa y las cucarachas nos salen hasta en la sopa.
Proliferan los melanomas, las quemaduras en la piel, los picotazos de orugas en procesionaria y esos calores húmedos que dan la sensación de estar embadurnado en una suciedad traslúcida.
La sequía hace de las suyas, los pantanos desentierran pueblos que fueron cubiertos por el agua, la tierra se agrieta y muestra sus venas sin sangre, las nubes se desvanecen en un cielo azulado dejando un reguero de vapor que se difumina en segundos.
Cualquier día sucede una riada que se lleva a su paso personas, animales, casa, coches, contenedores y todo lo que se ponga por enmedio.
Las noches se convierten interminables, tenemos que ascostumbrarnos al soniquete de los ventiladores y al frío artificial del aire acondicionado.
El mundo se derrite, el mar va ganando terreno en una especie de revancha contra los humanos que envenenan sus acuosas praderas.
Los meteorólogos vaticinan que en pocos años subirán las temperaturas y las estaciones del año serán pasto del olvido.
Es el cambio climático que camina a pasos agigantados, es la mano del hombre retando a muerte a la naturaleza.
Cortamos la vida a machetazos ahogándonos en nuestra propia mierda: deforestación, incendios, vertidos tóxicos, materiales letales, energías sucias, centrales nucleares, chapotes.
Ver miles de peces muertos, respirar aires irrespirable.
El calentamiento global ha venido para quedarse y los compromisos políticos se convierten en una engañifa de cara a la galería.
Y ahora los negacionistas que quieren forrarse, que acusan a los verdes de estar dirigidos por un lobby viendo en ellos un movimiento cercano al terrorismo tildando a manifestaciones ecologistas de turbas maleantes y agitadoras
Yo no sé. El primo de Rajoy dijo que eso del cambio climático era una pamplina
Lo mismo vuelven millones y millones de libélulas pero es posible que ya no estemos para verlas.
Como decía Nietzsche: “El hombre es un sarpullido que le ha salido a la tierra”.