El mundo de los toros está de capa caída, pero NO el ingenio de los empresarios. Hay que tener mucha imaginación y un poco de fisonomía para intentar mezclar los valores de la Legión con los de la tauromaquia. Buscar una simbiosis entre la Legión y la tauromaquia agarrándose a conceptos como la “valentía” intrínseca, así como por el resto de los valores que identifican a ambos mundos, desde el honor y “el desafío a la muerte” hasta “la defensa de los principios vitales”, no cuela en la España posterior al NODO, pero cada uno vende las entradas como mejor puede, aunque sea tomando por simplón a la gran mayoría de l@s caballas. Y, claro está, según el matador: “Si no fuera torero habría sido legionario”. Todavía está a tiempo, eso sí, ganaría poco más de 1.000 euros.
Los valores de la Legión son la defensa de nuestra Constitución e integridad territorial. Nada que ver con una corrida de toros, ni con un torero, pero si nos ponemos a fantasear y a soñar, todo es posible. Todo es posible si eres empresario, pero no si tienes la obligación de defender y proteger la buena imagen y los valores de una Institución del Estado, como es La Legión. Intentar meter con calzador los motivos para promocionar una corrida de toros es perfectamente lícito si eres empresario, pero los responsables de las instituciones del Estado no pueden consentir la utilización partidista de La Legión, ni de ninguna otra Institución y acertadamente se han desvinculado de la corrida.
Por otro lado, si el Pleno declaró a Ceuta como “ciudad libre de maltrato animal” y, según parece, dicha disposición prohibía, entre otras cosas, circos con animales para evitar el sufrimiento, una corrida de toros tiene garantizado el sufrimiento y escarnio de estos animales. Pero claro, como esta la cosa, cualquier día aparece un circo alegando que tienen mucho en común con la Legión, porque llevan un mono y una cabra, que durante años fueron sus mascotas, y ante esta simbiosis incuestionable se monte un “circo en Ceuta”.
La afición a los toros en nuestra ciudad es residual y aunque son legales las corridas -se comparta o no la afición- no es tan legítimo montar una utilizando el prestigio y admiración de Instituciones del Estado para asegurarse llenar una plaza, sobre todo en un mundo donde, según dicen, abundan los gañoteros. Defino gañotero: los que entran al festejo sin pagar un duro.
Las estadísticas sobre festejos taurinos reflejan que están de capa caída y, según los datos de las mismas, se han reducido un 47% en la década anterior a la pandemia. Entre 2015 y 2019, uno de cada siete espectadores dejó de visitar las plazas de toros, pasando de 2,7 a 2,34 millones la cifra de público. Y llama la atención que, en el volumen de usuarios, uno de cada cinco entra gratis. Eso son los datos, menos aficionados y muchos gañoteros.
Hace muchas décadas había ceutíes que se desplazaban a Algeciras a ver corridas de toros, incluso había alguna peña, como la de Miguelín, donde algunos ceutíes se reunían a conversar sobre su afición. Muchos años después, creo que ya en Ceuta no hay ninguna peña taurina. Cada ciudad y cada comunidad tiene sus costumbres e idiosincrasia y los toros no forman parte de la cultura de nuestra tierra. Una visión que no debe compartir el empresario, porque montar una corrida tiene un importante desembolso económico que debe sufragarse con la venta de entradas. Un coste que sin ayuda de ninguna administración será difícil rentabilizar.
Espero que nadie me malinterprete. No me gustan los toros y, mucho menos, que se maltrate a los animales. Pero cada uno con su dinero puede montar una o mil corridas de toros, eso sí, con su dinero, sin utilizar a ningún cuerpo del Estado y, mucho menos, que nos tomen por simplones. Precisamente, por esa razón, no he tenido más remedio que decir lo que pienso, porque mezclar Legión con el Toreo no cuela por mucha imaginación que le queramos echar.