Todo fluye, nada permanece. El proverbio del filósofo griego Heráclito puede atribuirse a todos los aspectos de la vida pero la política es si cabe más cambiante que todo lo demás. Si en 2021 las relaciones entre España y Marruecos fueron más que tensas, en 2022 el panorama es bien diferente. Motivo de satisfacción, sobre todo para Ceuta.
El Gobierno central está muy contento de cómo marchan en los últimos meses las conversaciones con Rabat. La reapertura de las frontera el pasado 17 de mayo ha modificado el tono entre ambos países con la consiguiente repercusión positiva para ambas ciudades autónomas. Algo que, indudablemente, conviene a Ceuta tanto a nivel comercial como de seguridad. El avance de las relaciones entre ambos países ha sido detallado por escrito por el Ejecutivo de Sánchez, para el que los pasos fronterizos funcionan con normalidad y que además valora el apoyo de Marruecos en poner freno a la inmigración irregular así como en el retorno de sus nacionales.
Este paso adelante es muy positivo para Ceuta teniendo en cuenta de dónde se venía y de cómo afectó a la ciudad la crisis política entre ambos países hace poco más de un año. No obstante, todavía quedan muchos temas pendientes como la renovación del régimen fronterizo con unas condiciones más beneficiosas para los españoles y, sobre todo, para los residentes ceutíes o el asunto siempre vigente de la posible entrada en la Unión Aduanera europea de las ciudades autónomas.
Esta nueva etapa de sintonía hispano-marroquí debe seguir consolidándose y afianzándose con pasos pendientes de concretar como el de dotar con algún tipo de aduana al paso del Tarajal.