Aunque la enseñanza era de “la letra con sangre entra” cierto es que guardamos buenos recuerdos de los maestros aunque sus métodos les costarían, hoy en día, la mismísima cárcel.
Ingresamos en el instituto en el 78, la democracia iba ganando sus primeros pasos con muchas dificultades pero ahí estábamos, estrenando esperanzas, reivindicando todo lo reivindicable y dando cuenta de que habíamos vivido sin pensar los coletazos de una dictadura que agonizaba con la misma agonía del General Franco.
Yo, que ya comencé a tararear canciones protesta, veía la libertad como una escalera para cambiar el mundo. Cuando tienes 20 años toca ser revolucionario.
Se legalizó el Partido Comunista, las cortes aprobaron el divorcio con el voto en contra de ideologías conservadoras que más tarde terminaron por divorciar a cientos. Los homosexuales ya no eran vagos y maleantes: el derecho a casarse y a la adopción sirvió de ejemplo a cientos de países. Las madres solteras dejaron de ser la comidilla populachera. El aborto quedó despenalizado y finalmente aprobado; no habría necesidad de irse a Londres ni morir a manos de curanderos. La ley de la muerte digna, la libertad de prensa, los partidos políticos, los sindicatos, la posibilidad de ser ateo o de la religión que estimases, los pactos de la Moncloa, el fin del servicio militar obligatorio, el feminismo militante conquistando calles y plazas, los derechos de los trabajadores y la alegría de un cambio estructural en innumerables estructuras anquilosadas. La movida madrileña fue un ejemplo de encuentro interpretando el arte sin censura. Testigo será para siempre la Puerta de Alcalá.
Ya pasaron cinco generaciones y la nostalgia melancólica nos debe hacer repensar el panorama de este extraordinario País, algo desmemoriado en ocasiones.
Ayuso decide no cumplir la ley y su Partido no la desautoriza, Felipe González nombraría como ministros a Griñan y a Manolo Chaves, defraudar a Hacienda es prueba de inteligencia, las abortistas vuelven a ser asesinas al igual que los médicos que practican la eutanasia, la homosexualidad se cura, nuestro Rey Emérito justificado y aplaudido, el Congreso y la Asamblea de Ceuta convertidos en peleas de gallos. Los medios de comunicación tergiversando noticias, fomentando bulos para manipular a la opinión pública, los nacionalismos haciéndose cada vez más fuertes y menos solidarios
Ahora tenemos otros miedos, otras amenazas invisibles.
Miedo a hablar en los Claustros, miedo a opinar, miedo a denunciar aunque te exploten con apariencia de legalidad, miedo a la disciplina del partido, miedo a discrepar de tu ideología.
Nuestras escuelas reflejan una sociedad en crisis en la que los alumnos son engullidos y sistematizados por los enésimo planes de estudios politizados por los gobernantes de turno.
Debemos volver a pensar en la sociedad que queremos individual y colectivamente. No vale lavarse las manos como Pilatos y volver a tragar la cantinela que nos llevará a la “caverna de Platón”. Allí los hombres moradores de la oscuridad estarán convencidos de que esto con Franco no pasaba.