-
Los colapsos de la frontera afectan a todos los ciudadanos de una u otra manera; mientras las naves del Tarajal ofrecen su imagen más fantasmagórica
“Mira, sin zapatos y sin nada... pero con el ticket”. Sudoroso, con unos calcetines grises marcados por agujeros, unos pantalones sucios de polvo y la tarjeta en la mano. Son las 9.30 horas y acaba de entrar en Ceuta para cargar el bulto. “Es una ruina”, confiesa. Se refiere al otro lado. Como él todos los porteadores que acceden a la ciudad repiten la misma cantinela aunque varíen las palabras usadas que en el fondo se refieren a la misma realidad: ruina, avalancha, matadero... Entran hombres y mujeres a la carrera, buena parte sin zapatos porque, dicen, los han perdido en la avalancha que se organiza a diario para pasar por el filtro marroquí. “Hay gente que duerme para ser el primero”, cuentan.
La entrada desde Marruecos choca con un polígono desierto. Solo 700 tarjetas se habían repartido hasta las 10.30 horas. De las 4.000 previstas nunca se han llegado a entregar más de dos mil. Las naves están vacías, solo salen algunas maletas y bultos de las mismas zonas, las consignas. El lunes, a dos semanas de Ramadán y tras un paro de tres días, nadie reconoce el polígono del Tarajal. Los comerciantes denuncian que las autoridades están matando poco a poco el negocio, y ponen sobre la mesa la defensa a quienes sí están regularizados y sí buscan sacar mercancía lejos del bulto de China. Apuntan, de nuevo, a la reventa de tarjetas. Dicen que el precio se ha elevado ya a los 450 dirhams, pero la verdad es que los registros aleatorios que ha efectuado la Policía no han dado todavía con estos vendedores, aunque también dicen disponer de la información de que se está llevando a cabo.
En la frontera la visión es completamente distinta a la de las naves. La entrada desde Marruecos a Ceuta se asoma como un auténtico infierno. Miles de vehículos quieren entrar al igual que motoristas y personas a pie. El caos se adueña de este espacio hasta el punto de convertir cualquier pretendido orden en un imposible. La UIP, los GRS y unidades de Seguridad Ciudadana terminan focalizando sus efectivos en esta línea fronteriza al objeto de contener a quienes quieren entrar a la fuerza y controlar cada uno de los vehículos que acceden a la ciudad. Desde la entrada en vigor de estos controles las entradas se han reducido a la mitad, según las fuentes oficiales.
Producto de esos controles son los resultados que afectan a todos los ciudadanos por igual. La noche y madrugada del domingo será recordada por muchos ciudadanos que tuvieron que esperar horas y horas para poder acceder a Ceuta hasta el punto de que ayer muchos niños no se incorporaron a sus clases al haber cruzado a altas horas de la madrugada.
Coalición Caballas denunciaba a través de las redes sociales lo ocurrido, aunque lo mismo sea una prueba más de la ralentización que se produce desde hace tiempo y a la que nadie pone solución.