En mi libro “Mirandilla, sus tierras y sus gentes”, recojo que desde mayo de 1809 estuvieron acantonadas en mi pueblo tropas francesas, donde el primero de junio estuvo a punto de librarse una sangrienta batalla entre 800 jinetes españoles y 600 dragones franceses. Sólo se evitó abandonando éstos a la carrera Mirandilla. Las tropas francesas, cometieron gravísimos atropellos y atrocidades en mi pueblo. Varios a caballo irrumpieron a tropel en un trigal pisoteando la cosecha que un vecino segaba. Al reprenderles por el daño que le estaban causando, los franceses se apearon amenazándole de muerte, comenzando por propinándole una tremenda paliza; pero cometieron el error de no retirarle la hoz que empuñaba. En un descuido, el segador asestó un corte mortal al francés que le golpeaba, saltó una pared y protegido por ésta de los disparos huyó por un regato abajo refugiándose en la galería subterránea de un pozo, donde permaneció oculto un mes hasta que los franceses se marcharon tras haber saqueado el pueblo. Los familiares llevaban comida de noche al segador, al que nadie delató ni los agresores encontraron.
Pero más de 200 años después de haber ganado España aquella infame guerra, no debemos guardarles ningún rencor. Y creo que es caballeros reconocer el heroísmo realizado en Mérida por el coronel holandés Adrián Willem Storm de Grave con sus tropas holandesas, aliadas de Francia, que combatían contra España, y que durante 30 días estuvieron asediados por tropas españolas del general Cuesta, manteniendo una férrea resistencia que es poco conocida, que prestigiosos estrategas calificaron de auténtico heroísmo, pareciéndome digna de divulgación.
Tras haber ganado los franceses la batalla de Medellín, prosiguieron hasta Mérida, donde el general galo Víctor instaló su cuartel general en espera del general Soult que bajaba desde Galicia y Portugal para reunirse con él y avanzar juntos hacia Andalucía. La resistencia encontrada por Soult retrasó su llegada, y el grueso de las fuerzas de Mérida tuvo que desplazarse en su apoyo hasta Alcántara, cuyo puente romano debía proteger. Mérida quedó entonces con sólo 323 hombres. El general Chassé designó al coronel Storm para defenderla: “Señor coronel, el Cuerpo de Ejército dejará Mérida para realizar una incursión en Alcántara. Mañana por la noche, las tropas de vanguardia cruzarán hacia el margen izquierdo del Guadiana y al día siguiente deberá ejecutar las órdenes que le han sido asignadas. A partir del día 13-05-1809 asumirá el mando de Mérida. Deberá procurar que los hombres no abandonen la fortaleza y que, aquellos que deban salir a la ciudad, lo hagan con la completa seguridad de no correr ningún riesgo; sólo podrán salir para buscar provisiones”.
Storm llegó desde Medellín a Mérida el 25-04-1809, asumiendo el mando de los 323 hombres, 6 cañones y heridos. El 11-05-1809 el grueso de tropas francesas de Mérida marchó a Alcántara. Al ver Mérida tan escasamente guarnecida, el general español Cuesta también trasladó su cuartel general hasta sus puertas, enviando la caballería a Lobón y la vanguardia mandada por el general Zayas a Calamonte, donde instaló su centro de operaciones. El día 15, unos 10.000 soldados españoles atravesando el río Guadiana tomaron Mérida. Torm quedó cercado con sus soldados en el Conventual Santiaguista. Zayas le intimidó con el siguiente comunicado:
“Abandonado por el Ejército francés, sólo puede V.M. esperar su salvación en la generosidad que caracteriza a la Nación Española. La humanidad y el sacrificio inútil que con sus cortos medios de defensa puede ofrecerle, le intimo se rinda en el término de un cuarto de hora a las armas españolas (…) Si se obstina en sostenerse, declaro que al primer cañonazo disparado no deberá esperar otras condiciones que las que deben concederle hombres tan injustamente provocados: la muerte. Josef de Zayas”. Storm respondió: “El Caballero Storm de Grave, coronel al servicio del Rey de Holanda, comandante de la fortaleza de Mérida. Señor: Sería indigno de ostentar el nombre de soldado y la confianza que se me ha depositado, que rindiera cobardemente la plaza que mis camaradas y yo hemos jurado defender y resistir hasta el límite de nuestras fuerzas. Reciba testimonio de mi mayor estima”.
El día 16-06-1809 los españoles cañonearon a las fuerzas de Storm. Tras un intenso bombardeo, Zayas le envió un nuevo mensaje conminándole a la rendición incondicional: “Señor comandante, la consideración que debo a este lastimoso pueblo, que tan mal tratado ha sido de las tropas francesas, he suspendido por un momento mis operaciones; pero viendo que contra todos los limites que prescribe el derecho de la humanidad trata de resistir, sacrificando a esos desgraciados, intimo en diez minutos rinda las armas al Ejército español, siendo esta última comunicación que pueda haber entre los dos. Mérida, 16-05-1809. Josef de Zayas”. Torm respondió con fuego de artillería contra las baterías españolas. Una lluvia de proyectiles cayó sobre ambas posiciones, pero un cañón español salió ardiendo cesando el fuego.
El día 17 Zayas concedió una tregua para recibir a dos emisarios de Víctor, que le pidieron levantara el cerco, pero los españoles siguieron bombardeando. El 18, apostados en los tejados próximos al Conventual, mantuvieron fuego todo el día silenciando la artillería francesa, aunque debido al fuerte viento, se ordenó a los españoles atacantes del Conventual que bajaran de los tejados. El 19 reanudaron el bombardeo contra el Conventual, causando cinco heridos franceses. El 20, Zayas ordenó el repliegue hasta Calamonte. El 22, cincuenta dragones franceses burlaron el cerco español. Nuestra caballería los persiguió, pero la descarga de fusilería desde la Alcazaba les obligó a retirarse. Los franceses lograron regresar a Mérida, entregando esta carta a Torm: “Torremocha, 21-05-1809. Sr. Coronel: El Ejército se encuentra a tan sólo un día de marcha, por lo que recibiréis auxilio en caso extremo. General Semellé. P.D: Un regimiento de dragones se encuentra en Mirandilla, para mantener las comunicaciones y tomar el relevo”. Día 24, Víctor envió un parlamentario a Cuesta para negociar el levantamiento del cerco, sin conseguirlo.
El 25, Zayas con 300 jinetes pasó al otro lado del Guadiana. El 26 avanzó hasta el puente romano. Storm envió un emisario a Zayas, que acabó retirándose. El 27, Torm permitió que una delegación española accediera al Conventual. El 28, Víctor estaba muy preocupado por el abastecimiento de sus tropas de Mérida. Extremadura había sido arrasada y no encontraba alimentos para soldados ni caballos. Los franceses no podían avanzar hasta Andalucía y el ejército angloportugués se acercaba, por lo que decidieron abandonar Mérida urgentemente. Pero Víctor necesitaba reunir el grueso de las tropas y evacuar sus tropas hacia el norte. El mariscal Jourdan le autorizó aplazar días la evacuación, aunque condicionada: “Si a Mérida le es posible resistir diez o doce días, no habría ningún problema (…); pero si estima que la fortaleza sucumbiría antes de recibir auxilios, entonces sería mejor evacuar inmediatamente la plaza”. Storm contestó que resistiría otros diez días.
El 30, Zayas se aproximó con su vanguardia a la Alcazaba de Mérida, ocupando la plaza; más de 5.000 infantes y jinetes españoles cercaron el Conventual. Storm envió un emisario, Pacheco, con dos cartas dirigidas a Cuesta. Se estableció una tensa tregua de dos días a la espera de respuesta, retrocediendo los españoles. Los observadores de Zayas informaron que algunos escuadrones de dragones del general Latour-Maubourg acantonados en Mirandilla y Aljucén para apoyar la posible evacuación de Mérida se encontraban desprotegidos y aislados. Zayas, desde Calamonte inició esa noche con 800 jinetes un movimiento envolvente en persecución de los dragones franceses. Alcanzó a 400 acantonados en Aljucén, dando muerte a 60 franceses. El 31 Zayas rodeó Mirandilla dispuesto a cargar, pero los franceses la habían huído. El 1 de junio, un emisario de Cuesta fue recibido en el Conventual con la respuesta remitida con Pacheco a Víctor, más un periódico en español con noticias de la derrota de Soult en Oporto y de la incursión del ejército de Wellesley en España. Envalentonados, algunos destacamentos españoles volvieron a tomar Mérida.
Día 3, aparecieron octavillas españolas en Mérida alentando a los franceses a desertar. Storm ordenó quemarlas, pero tuvo tres desertores. Día 4, Pacheco fue enviado de nuevo a parlamentar con Cuesta, que se negó a recibirle. Día 6, los españoles intentaron establecer la artillería en la entrada del puente romano, pero cañoneados desde la Alcazaba les obligó a retirarse. Día 7, se inició el que debía ser el ataque español definitivo para tomar el Conventual. Una columna española cruzó el río Guadiana, ocupó las calles de Mérida y asaltó la brecha de la Alcazaba. Diez horas duró el intercambio de descargas, resultando varios franceses heridos. Los españoles se replegaron llevándose las reservas de trigo y harina de los almacenes del recinto de la Alcazaba. Zayas esperó a que la falta de alimentos forzara la capitulación del coronel Storm. Día 12, ante la falta de alimentos, Storm ordenó una salida de 40 hombres para aprovisionarse en un molino cercano. Aunque fuertemente tiroteados por los españoles, lograron regresar con varios sacos de harina.
Torm recibió la orden de evacuar Mérida: “Torremocha, 11-06- 1809. Sr. Comandante, tengo el honor de informarle que, de conformidad con las órdenes del mariscal Víctor, deberá evacuar la fortaleza de Mérida la noche del 12 al 13. Disposiciones: 17 carros serán necesarios para sacar las piezas hasta Mirandilla. Mañana, 12 de junio, el General Latour-Maubourg con cuatro regimientos de dragones y el noveno de infantería ligera llegará a Mirandilla. Esa noche partirán, por lo que usted deberá desalojar la guarnición de Mérida con los 17 carros durante la noche del 12. Mientras los artilleros cargan las piezas de campaña, la guarnición deberá destruir las obras de defensa procurando que la plaza quede desguarnecida. Tan pronto como las piezas y la munición estén listas, informará al general Latour-Mauborug y marchará hacia Albalá. Allí el general le dará instrucciones. Deberá tomar todos los víveres que estén en la fortaleza y ocultar al enemigo los preparativos de la marcha; se evacuará de forma rápida y silenciosa. General, Semellé”.
Día 13, Torm y los suyos salieron de Mérida tras destruir y arrojar al Guadiana todo lo que podía servir a los españoles. A una legua de Mérida les esperaban los cuatro regimientos de dragones de Mirandilla que harían de escolta. Por la tarde llegaron a Albalá para continuar el 17 hasta Trujillo y después hacia Almaraz, donde se reunió con el grueso de la División alemana. Tras una marcha ininterrumpida de tres días, Torm se agrupó con su regimiento originario, asumiendo el mando.
Días después, Torm fue ascendido a general: “Cuartel General de Daimiel, 21-08-1809. Mi valeroso coronel Storm de Grave. Desde el momento en que la División Alemana se reunió con el resto del Cuerpo del Ejército, ésta ha continuado la marcha. Esta circunstancia me ha impedido trasmitirle la carta que S.E. el general Víctor me ordenó escribirle, trasladándole el impresionante testimonio y satisfacción que ha tenido su comportamiento en este Cuerpo y, especialmente, en lo relativo a Mérida, donde destacó. Reciba el agradecimiento de S.E.: Sr. coronel. El comportamiento que ha mantenido al frente de las tropas holandesas en el sitio de Mérida, está por encima de toda alabanza. Abandonados a sus propios recursos, consiguió defender con valor y tenacidad la plaza. El Mariscal comandante en jefe, comunicó al Rey de España (José Bonaparte), que habéis servido en esta circunstancia de excelente manera; en consecuencia S.E. tiene el agrado de comunicarle una información que será de su satisfacción (…). General, Semellé”.
La heroica resistencia del coronel Storm fue silenciada por ambos bandos. Jacinto J. Marabel Matos refiere que por el teniente holandés, Antonie Johan Pieter, hijo de Torm, que perteneció a la misma Unidad, al ver que la valiente actuación de su padre quedó relegada, se hizo con un memorial: “Mi padre puso en mis manos parte de la verdadera historia de esta batalla, anotada en su diario, el resto lo conseguí del mayor Schönstadt, meritorio oficial que era su ayudante”. Luego Torm marchó a Holanda, ascendiendo hasta teniente general. Falleció en Breda el 23-11-1817.