Recuerdo la película ‘Arde Mississippi’ y, aunque salvando las distancias, el contexto y el tema, he recordado una que impresionó a la sociedad americana y al mundo entero.
En 1964, en un pueblo sureño, donde el racismo está profundamente arraigado y el Ku Klux Klan reivindica violentamente la supremacía blanca, tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen sin dejar rastro. Dos agentes del FBI, de caracteres muy diferentes, se harán cargo de la investigación
No es el caso de este barrio de nuestra ciudad, pero los acontecimientos sucedidos a lo largo de los últimos años me han llevado a la memoria los problemas que allí han sucedido y suceden en este barrio de Ceuta: asesinatos, quema de contenedores, apedreamiento de autobuses, construcciones ilegales, taxis que se niegan a hacer esos trayectos, construcciones ilegales y una presencia de las fuerzas de seguridad que deberían ser reforzadas a la vista de las circunstancias.
Una serie de televisión, El Príncipe, flaco favor hizo al dar una imagen distorsionada.
“Un un agente de policía que es destinado a Ceuta, concretamente al conflictivo barrio conocido como el Príncipe, para imponer el orden y acabar con el tráfico de drogas y la delincuencia de la zona”. Así se difundió al país una situación extrema y exagerada de la realidad.
En algunas ocasiones he visitado la barriada y he respirado tranquilidad en las calles. Nunca tuve la sensación de inseguridad que transmiten muchos medios de comunicación y parte de la ciudadanía que viven en otros entornos de Ceuta.
En las aulas, los alumnos que allí residen nos comentan que no se refleja el peligro y la especie de gueto que se difunde; más bien, todo lo contrario. Profesor, una inmensa minoría provoca que la opinión del barrio sea de una convivencia insoportable y llena de peligros.
Esta semana me sorprendió que en el Camoens no se guardara un minuto de silencio por el asesinato de un joven de 15 años. Era un alumnos del Instituto Almina... lo comenté en el aula y los chicos propusieron hacerlo como un gesto solidario y de repulsa.
Los políticos del Estado y del consistorio, deberían tomar parte en lo que ya es considerado un problema de primer orden. Abrir una comisaría, mayor presencia de la policía, la posibilidad de construir un colegio e instituto ya que hay alumnado suficiente para ello, un pabellón para practicar deporte, un parque en condiciones, fuertes asociaciones de vecinos que hagan piña para denunciar las irregularidades sin temer la posible venganza, un centro de salud y un estudio de los proyectos que se propongan para terminar, de una vez por todas, con el estigma que campa por la opinión pública.
No pueden coexistir barrios de primera y de segunda. No podemos tolerar que una parte de la ciudad tenga que denunciar las condiciones precarias que tienen que soportar cotidianamente No podemos mirar de reojo. No debemos cerrar los ojos y los oídos para no darnos cuenta y hacer como el avestruz: cerrar los ojos.
Hoy, sin ir más lejos, el sonido de una ráfaga de disparos ha acompañado la noche de los vecinos del Príncipe. Un grupo de hombres encapuchados, que según las versiones oscilaba entre 6 y 8, han sembrado el pánico en la barriada cuando muchos vecinos se acercaban a las mezquitas para llevar a cabo el rezo.
Los propios vecinos han denunciado a través de las redes sociales lo que estaba sucediendo casi en el acto, mostrando perplejidad, miedo y hartazgo por la situación.
Arde el Príncipe de nuevo.
¿Hasta cuándo tendremos seguiremos contemplando las llamas?