‘El cine por delante’, el cineclub de Rafael Morata, ofrecerá este miércoles a los ceutíes la posibilidad de ver a las 19.00 horas en la Biblioteca Pública del Estado de Ceuta con entrada libre hasta completar aforo la “obra maestra” de Juan Antonio Bardem, ‘Nunca pasa nada’. Este año se conmemora el centenario del nacimiento del director, uno de los nombres capitales de la historia del cine español gracias a películas como ‘Cómicos’ (1953), ‘Muerte de un ciclista’ (1955), ‘Calle Mayor’ (1956) o ‘A las cinco de la tarde’ (1960).
Según Morata, “bajo la lupa del realismo expresivo” Bardem logró, “en pleno Franquismo y siempre víctima de constantes dificultades con la censura, dotar a todas ellas de un hondo sentido crítico y social”.
Pese a su buena acogida en el Festival de Venecia, ‘Nunca pasa nada’ se estrenó dos años después de su fecha de producción y fue recibida “con desdén y frialdad por parte de la crítica de la época debido a la temática que la emparentaba con ‘Calle Mayor”. Ambas reflejan “una aguda visión sobre la intolerancia y la hipocresía en los ambientes provincianos” y fue llamada sarcásticamente ‘Calle Menor’ en “un burdo intento por ocultar el dardo que el mismísimo título original apuntaba al régimen dictatorial”.
“Afortunadamente, el paso de los años la ha convertido en un título habitual en cualquier selección de mejores películas de nuestra cinematografía”, se congratula Morata.
La película narra el trayecto hacia Santander de una compañía de revista durante el que una corista francesa sufre un ataque de apendicitis que la obliga a ser operada en un pequeño pueblo castellano en mitad del camino. El médico que la opera, entrado ya en los cincuenta, se enamora de ella, haciendo lo imposible para prolongar su estancia en el lugar, uno de esos pueblos en palabras de Miguel Martín Maestro “donde nunca pasa nada en el que la presencia de una mujer rubia, que no entiende el idioma y que habla en otra lengua incomprensible, se convierte en una atracción de feria para los hombres y en motivo de comentario hiriente para las mujeres”.
Como bien resumía Antonio Bazaga en una encendida defensa de esta película, “Bardem se atreve a reflejar tabúes hasta entonces suavizados en el cine español como la infidelidad consentida, la separación matrimonial, el machismo educacional o la ignorancia de un pueblo aislado e inculto, alter ego de la España de la época”.
Coproducida con Francia, rodada en un “soberbio” cinemascope (hasta hace poco, era imposible encontrar una copia de esta obra que respetara su formato), destaca “por sus largos planos y secuencias donde brillan especialmente Julia Gutiérrez Caba en su papel de esposa engañada; Antonio Casas, enorme actor que siempre mereció más y mejor, como el cirujano; y Jean-Pierre Cassel haciendo de profesor de francés que pulula entre la corista y la mujer del médico”.
Según Morata, “volviendo a Bazaga, ‘merece la pena dedicarle una revisión a este trabajo cinematográfico. Ahora que buscamos, sin aparente remedio, empequeñecernos más, alejarnos del resto y ensimismarnos sólo en lo cercano, construir fronteras más pequeñas, olvidar al otro que presumimos diferente, alienarnos bajo una bandera o un mercado, no está de más aspirar a comprender de dónde venimos y qué necesario es pasar por encima de algo tan esclavizador como es someterse a la timorata inmovilidad de que nunca pase nada”.
Tras esta cima, el cine de Bardem sufrió un declive artístico y creativo que lo convirtió en un director irreconocible y errático que “solo remontaría el vuelo con dos incursiones televisivas en los años ochenta: la serie ‘Lorca, muerte de un poeta’ y el episodio ‘Jarabo’ para la serie ‘La huella del crimen”.