Es verdad que hasta que el verano se marche, con la rigurosa evidencia astronómica por delante, aún queda en el horizonte cerca de tres semanas por cumplirse, pero indefectiblemente el comienzo de septiembre arrastra consigo el final de los meses del calor, de las semanas de vacaciones, del descanso de cuerpo y alma, de todo eso que constituye el estío.
“¿Descanso para el cuerpo y el alma?”, se pregunta con cierta sorna y algo de sana indignación Eva, joven ceutí que ha pasado el verano “trabajando a pleno sol” y no teniendo tiempo “ni para hacer excursiones con amigas o dar un paseo por el Monte Hacho”.
Maite, de veinte años, tampoco se adentró, al menos durante quince días, en el bosque ceutí porque estuvo fuera de la ciudad, “en Tarifa y en los Caños de Meca, donde me quedé en un campamento con los amigos y rodeado de un ambiente muy agradable”. A un plan similar se apuntó Inmaculada, que se fue un mes “repartido entre Roquetas de Mar, Málaga y Algeciras”. En Andalucía tuvo tiempo de, acompañada con la familia, “pasear durante horas, respirar aire puro y tomar cervecitas”.
Para vender bebidas refrescantes, entre otros productos, se quedó Cristina, trabajadora de la tienda ‘Top’, sita a la espalda de la Catedral, a la vera del paseo de la playa de ‘La Ribera’, “sin disfrutar a tope por el verano pero muy satisfecha porque en esta época del año el negocio obtiene más beneficios porque muchas personas pasan por aquí antes de bajar a darse un baño”.
Tal vez, uno de los clientes de la tienda sea Ramón Gallardo, que ha pasado el verano “por una parte mal por no poder irme fuera a conocer otra ciudad pero por la otra muy bien porque he disfrutado de la playa y de mis seis nietas”.
El verano de 2011 jamás se borrará de la mente de Fátima, que vio cómo “se cumplió un sueño” con el nacimiento un martes de junio de Jesús, “en un día que hacía mucho calor, que apetecía ir a la playa o ir al Parque Marítimo del Mediterráneo y no pasar los sudores del parto”, bromea una mamá orgullosa.
“Pasar el Ramadán”, asegura Hanane, “en un mes tan caluroso como agosto, supone un doble sacrificio pero que, desde luego, merece la pena”. Antes de cumplir con el mes sagrado, Hanane estuvo “en Fuengirola, con la familia, desconectando un poco de la rutina de Ceuta”.
Si cada metro que se esté más alejado de la ciudad natal, de la familia, de las costumbres de toda una vida supone potenciar la sensación de desconectarse de la rurina del resto del año, Marina puede decir, con motivo, lo que dice: “Vine muy descansada delos viajes que he hecho en verano, primero, estuve en el Festival Internacional de Benicàssim, donde me lo pasé genial, especialmente con el grupo ‘Arcade Fire’, luego fui a Londres, que no la conocía y que me encantó, donde también pude disfrutar de buena música en directo como la que ofrece el grupo ‘Pennywise”.
A su lado, las dos amigas que la acompañan, Irene y Alejandra, también amantes de la música, “como la que ponen en el chiringuito ‘Spoon’, indica Irene, también han pasado un verano “agradable y sin la necesidad de viajar fuera –Alejandra sí estuvo “unos días en la Costa del Sol”– , muy lejos, “porque en nuestra ciudad tenemos suficientes atractivos, especialmente visible en la época de verano”.
De ahí que la ceutí Mari Cruz reciba, “en una cita que es ya casi una obligación”, a amigos oriundos de la capital y de Bilbao. Juntos, en una estampa típica del verano, brindan por la amistad sobre la arena de la playa, degustando ‘pescaítos fritos’, ensaladillas, tintos, con el rumor del oleaje incitando a pocos metros.
“No sólo de playa se vive en verano”, indica Juan Fernández, quien, con un casco entre las manos, considera “que estos meses suponen un placer para el motero, para darse un buen paseo por el litoral ceutí, eso siempre y cuando te deje libre el horario laboral porque los que tenemos el turno de tarde en pleno mes de agosto sentimos un poco de envidia de los que tienen la tarde absolutamente libre”.
Para Manuel Márquez y Andrea de Fénix, el verano se salda con un balance “regular porque estoy buscando trabajo”, dice el chico, “pero no encuentro nada y esto provoca una sensación de agobio y frustración”. Cuando Andrea se toma un tiempo libre, “y dejo al lado unas horitas el estudio de las materias de Primero de Bachiller”, la pareja disfruta “de la playa, del deporte al aire libre y también del gimnasio, aprovechando al máximo las horas de luz”.
Pronto llegará septiembre, el cambio de estación y, en la memoria, ya sólo quedará el rastro de un verano que se fue para no volver.