¿Puede una infraestructura que está protegida con el máximo nivel patrimonial avanzar en su deterioro por dejación? ¿puede quedar al libre uso de jóvenes que practican botellones, indocumentados que buscan un refugio a modo de okupas o féminas que ejercen el oficio más antiguo del mundo? No sólo pueden sino que así sucede a ojos de cualquiera que pueda buscar como ruta de paseo las cercanías del antiguo ‘Pabellón Cuartel de las Heras’. Amparado por el máximo nivel de protección patrimonial que puede darse a un edificio (el nivel 1) en el vigente Plan General de Ordenación Urbana que se aprobó en 1992, pasa los días sumando una degradación más. ‘El Faro’ denunciaba este estado en su edición del pasado domingo, provocando la crítica de asociaciones como Septem Nostra. Pues bien, hoy mostramos su interior, ya que la respuesta oficial ha pasado, de momento, únicamente por retirar lo que desde fuera se veía, es decir, las cortinas y toallas que sus usuarios habían colgado de las ventanas. Pero ¿y dentro? Pues dentro nada. Por haber no sólo hay una acumulación de basura que daría vergüenza a cualquier entidad que proteja el patrimonio local, sino que también hay utensilios de cocina y, como no podía ser menos, una cama.
El solar que albergará la futura comandancia de la Guardia Civil está hoy desierto ya que la crisis económica ha vetado cualquier avance en el proyecto de construcción del cuartelillo. Ese abandonado se ha extrapolado al protegido pabellón militar, que sufre un deterioro cada vez más avanzado no por el paso del tiempo, sino por el nulo cuidado que debe recibir de las instituciones competentes.
Hoy el patrimonio que debe preservar la ciudad muestra sin sonrojo alguno todas sus vergüenzas.