Ni el baldeo de García Castañeda ni el vasito de agua de Aróstegui. Septem Nostra asegura que detrás de esa “polémica estéril” se encuentra el verdadero problema del agua de la ciudad: el sobre coste de las pérdidas de agua que finalmente tendrá que asumir el ciudadano porque la Ciudad no podrá hacerlo. Si lo hace, irá contra la Directiva Marco de Agua saltándose la ley. Hace unos años la Comunidad Europea estableció que todo el ciclo, desde la producción hasta la depuración, debía ser asumido por el contribuyente. El Estado ha ido reduciendo paulatinamente esa subvención con la que se financiaba la producción de la desaladora y la Ciudad, explica el presidente de la entidad, José Manuel Pérez Rivera, consiguió un acuerdo con el Ministerio de Economía de ocho millones de euros para por una parte seguir financiando y por otra, ir reparando la red para evitar las pérdidas. “Hace dos años se perdía aproximadamente un 60% del agua que se producía. A día de hoy, calculamos que se pierde la mitad. Y a ese sobrecoste de producción de agua que termina perdiéndose, se añade el de la entrada en funcionamiento de la EDAR, que es una depuradora que entra en esa parte del ciclo del agua que tendremos que acabar asumiendo los contribuyentes en la factura”.
Ahí está el verdadero problema para los ecologistas, que llevan años advirtiéndolo y que a su juicio la actitud de la Ciudad ha sido de “absoluta dejadez y falta de interés para solventar el problema habiendo hecho una inversión de la renovación de la red en condiciones con el dinero que se le había proporcionado y que al final terminaremos pagando todos”.
Aunque no se sabe con certeza, Septem Nostra teme que los ceutíes doblen la facturación del agua ya que un 50% del agua que se pierde es una cantidad “excesiva y difícilmente asumible sin que la repercusión en el ciudadano sea mínima”. Por ello, Pérez Rivera insiste en que la mejora de la red de alcantarillado sigue siendo fundamental.