A la labor encomiable que en Ceuta lleva a cabo el CETI, poniendo en marcha diversas actividades para integrar y formar a los inmigrantes, se suma otra labor similar pero que se ejercita al otro lado de la frontera. Allí donde las condiciones son peores. Son varias las asociaciones, religiosas o no, que atienden a los subsaharianos que esperan en Marruecos su próxima estación: Ceuta. Allí les enseñan español, les dan clases y sobre todo les ayudan en un mundo complicado como es el de la inmigración. Las revueltas englobadas en la llamada ‘primavera árabe’ han dado lugar a movimientos de sin papeles que son explotados y utilizados como moneda de cambio por los países. Mientras en Ceuta difundíamos la noticia de la entrada de 47 subsaharianos, más allá, en la isla italiana de Lampedusa cifraban en 1.000 las entradas de otros inmigrantes del mismo origen. Es una realidad palpable de la convulsión vivida en África que repercute directamente en Europa. Y mientras estas situaciones de inestabilidad se producen, en uno y otro lado hay personas e instituciones implicadas en apoyar a quienes son algo más que puras estadísticas. Hoy toca conocer algo más cerca el otro lado fronterizo.