Quiero con esta carta expresar de alguna manera mi asombro y desprecio sobre como ocurren las cosas hoy día en esta sociedad mentirosa y falsa en la que vivimos. Tengo restaurante desde hace ya casi treinta años, no hemos despedido a nadie nunca, los empleados que ha entrado en la empresa se han ido cuando han creído conveniente por interés propio y lógicamente por llegar la hora de su retiro, jamás hemos tenidos problemas con ninguno y hemos sido flexibles muchas veces con alguno que tenía adicción a la bebida o había cometido alguna falta, llegando a tener gente que tenía la famosa pulsera por estar en régimen especial del sistema penitenciario.
El individuo al que me refiero lleva con nosotros más de doce años y no ha tenido problema alguno con nosotros nunca. Pero llega el cierre de la frontera con Marruecos y él que tiene a su familia viviendo en Tánger, deja de poder ir como hacía cada domingo y volvía el martes. Con el paso de los meses notamos un cambio de aptitud notoria, una continua desobediencia a las órdenes que se le dan a diario sobre barra, mercancía y procedimiento de actuación profesional. Se le indica que si quiere coger un mes o más de vacaciones, cuando abrieron vía Málaga podría hacerlo que nos acomodamos a lo que quisiera, pero claro dice que el billete no lo quiere pagar tan caro como costaba; bueno pues vale, no quiere ver a su mujer y sus hijos. El despropósito en el cumplimento de las obligaciones es continuo y a mayor, comenta a escondida con algún compañero que a ver si lo despiden y así cobra el paro y coge dinero fresco y ya se va a vivir a Tánger. Es amonestado verbalmente una y otra vez por incumplimiento en sus obligaciones, llegando el día 28 de Septiembre, en una comida con miembros de la Cámara de Comercio y otras autoridades de la Península en la mesa a sobrepasar lo admisible, y siendo requerido el que suscribe por la mesa, me ruegan que retire a este camarero del servicio ya que está molestando con comentarios y mal comportamiento en demasía a los comensales, lo cual se realiza inmediatamente.
Así lo hago y lo quito del servicio, como sigue en la misma aptitud cada día decido que no haciendo caso a las palabras, le pongo una carta donde quiero que sepa por escrito lo que está haciendo.
Señores esto es todo lo que ha pasado, a raíz de ahí empieza a solicitar que le retiremos la amonestación, que no llevaba implícita ninguna sanción, a lo cual lógicamente me niego, y a los pocos días aparece con un baja psicológica, algo de lo que nunca anteriormente tiene antecedentes y que evidentemente no me la creo ni aunque venga firmada por el premio Nobel de medicina.
Es lamentable que un trabajador pueda fingir lo que quiera y el sistema lo acepte, así vamos, lógicamente el individuo al que me refiero ha sido asesorado por un amigo suyo cercano a CCOO (muy trabajador y honrado), y al que acompaña cada vez que sale a la calle incluso a llevar los partes de baja a la asesoría, quiero pensar que tiene un trabajo muy flexible o a lo peor no lo tiene.
Solo lamentar que el sistema soporte estas situaciones, y que se gaste tiempo en los juzgados en casos tan fragantes y las empresas tengan que soportar estos costes de los trabajadores que no son honrados y comenten estas fechorías, si tuvieran que pagar de alguna manera , otro gallo cantaría.
Y aquí estamos aguantando lo que quiera el sistema eso sí, mientras PAGANDO.
Desde que se dio de baja, no se atreve a venir a la empresa ni a cobrar ¿que tiene que esconder para no venir a la empresa? y cobrar los dos meses de salario que tiene en un sobre junto con la nómina correspondiente, como ha hecho durante toda su vida laboral, aptitud de los cobardes y mentirosos, aplaudidos hoy día por gran parte de la sociedad que vive del cuento y nos llevará a la ruina que hace cerca de cien años nos llevó.