Tras conseguir la titulación necesaria, optó por perfeccionar sus conocimientos en Estados Unidos, donde estuvo dos años adquiriendo la experiencia necesaria para poder desarrollar esta profesión en su ciudad natal, Ceuta.
Desde ese momento ha participado en diferentes proyectos relacionados con el medio natural como la asociación ecologista Septem Nostra, en su calidad como veterinario, así como el Museo del Mar.
Desde hace unos meses decidió emprender una aventura en solitario con la puesta en marcha del Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos (CECAM), el cual tiene como objetivo fundamental tratar a los animales que son recuperados en las costas así como proceder a la realización de las necropsias para determinar las causas del fallecimiento.
Desde su parcela, quiere dejar claro que la ciudad necesita disponer de un protocolo específico para atender estos ejemplares (principalmente tortugas y delfines) así como unas mínimas infraestructuras para que dicha atención se realice de la mejor manera posible.
–¿Por qué veterinario?
–En mi familia siempre ha habido un cariño por los animales y la naturaleza, por lo que he crecido con este ambiente que me contagió. Por este motivo, dudé entre biología y veterinaria pero como me gustaban más los animales silvestres me incliné por esta última ya que cuando empecé en el año 92 apenas había un uno por ciento de los veterinarios destinados a este área.
–¿Qué fue lo que finalmente te convenció?
–La biología no tenía salida y gracias a unos compañeros de mi generación que hemos ido apostando por los veterinarios me decidí a dar el paso.
–¿Qué tal en la universidad?
–Ví pocos animales silvestres ya que sólo se trataba con animales domésticos pero tuve la suerte de estar en la facultad más prestigiosa en caballos y toros, además de que en anatomía son muy punteros. Por este motivo, adquirí mucha experiencia para luego aplicarlo al ámbito de los animales silvestres y marinos.
–¿Qué haces al terminar los estudios universitarios?
-Decidí efectuar un master en animales zoológicos en los Estados Unidos, por lo que estuve en zoológicos de prestigio como el Oceánico de Chicago, el de Milwaukee así como en Florida y San Diego, lugar este último donde contacté por primera vez con las orcas y los delfines. En San Diego tuve claro lo que tenía que hacer.
–¿Cuándo regresas a Ceuta?
–En el año 2000 y tuve la suerte de que me dieron mi primer proyecto en Procesa para recuperar tortugas y delfines.
–Y a partir de ahí ...
–Un grupo de profesionales decidimos fundar la asociación Septem Nostra, entre ellos José Manuel Pérez, Paco Pereila y Oscar Ocaña, es decir, cada uno era especialista en un campo y pensamos que nacimos con una buena intención de que la ciudad contara con gente que sabía de lo que hablaba y que fueran independientes.
–¿Qué labor desempeñas en Septem Nostra?
–Me dedicaba a la parcela de delfines y tortugas marinas, siempre de forma altruista porque no cobré absolutamente nada. En esa época hicimos cosas interesantes como el censo de tortugas marinas y delfines del Estrecho de Gibraltar, un informe de las causas de los varamientos y la recuperación de muchos huesos. Sin embargo, por circunstancias personales opté por dejar Septem Nostra en el año 2006.
–¿Cómo fundas el Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos?
–Fue una idea que todavía no ha cumplido un año al pensar que la ciudad precisaba de un centro de estudios que quería ocupar una parcela o nicho ecológico en animales vivos, tanto en el estudio del hábitat de los animales como en la recuperación y rehabilitación de los mismos. Muchos animales necesitan de ayuda veterinaria y actualmente sólo estoy yo para desempeñar esta labor.
–¿Faltan medios para atender correctamente a estos animales marinos?
–Funcionamos un poco de prestados y lo ideal sería realizar un convenio con la Consejería de Medio Ambiente, de lo cual estoy convencido que se efectuará a corto plazo porque hace falta un centro gestionado por el Gobierno ceutí.
–¿Qué se necesitaría para poner en marcha este proyecto?
–Una superficie cerca del mar que albergue tanques para los animales, un botiquín o sala de curas, un aula para temas educativos y una bomba de agua y luz, lo cual estaría en manos de un especialista en esta materia.
–¿Qué protocolo se realiza en estos momentos?
–Cuando una persona o la Guardia Civil encuentran una tortuga boba o un delfín se pone en contacto conmigo y nosotros nos hacemos cargo del animal. Lo solemos llevar a las instalaciones de Atunasa en el Muelle Alfau, uno de nuestros socios le da de comer y allí lo curamos.
–¿Hace falta un protocolo oficial para atender estos casos?
–Sí, es totalmente necesario para que la Guardia Civil alerte primero a la Consejería de Medio Ambiente y luego a los profesionales en la materia porque son animales protegidos y algunos de ellos como el delfín mular o la tortuga laúd incluso están en peligro de extinción.
–¿Cómo definirías el área del Estrecho de Gibraltar?
–Es un sitio privilegiado para las aves y los animales marinos, de ahí que sea una referencia europea porque sólo es comparable con lugares como el estrecho de Mesina o el Bósforo en Turquía. Es un lugar que todos los profesionales envidian para trabajar por ser una ruta migratoria de primer nivel.
–¿Ha bajado la mortalidad de los animales marinos?
–Por desgracia no ya que siguen apareciendo sin vida en las costas muchas tortugas y delfines.
–¿Cuáles son las principales causas de esas muertes?
–Las redes ilegales y los atropellos con barcos de recreo, ya que hay ocasiones donde aparecen tortugas con el caparazón totalmente destrozado. Asimismo, hay que tener cuidado con la almadrabeta, para lo cual se precisa un plan de acción de vigilancia para que los buzos controlen las redes.
–¿Y la contaminación?
–Cuando hemos mandado muestras a laboratorios especializados sí se ha detectado un alto índice de contaminación de hidrocarburos y aguas residuales pero no es achacable a esta zona porque los animales pueden venir contaminados de otros lugares al tratarse de especies migratorias.
–¿Es la tortuga boba la ‘estrella’ de estas atenciones?
–Sí, es nuestro símbolo ya que hay que tener en cuenta que hace un tiempo descubrí que vienen a nuestras costas a comerse una especie de cangrejo que existe y se alimentan en exclusiva de ellos, de ahí que es una razón más para extremar las medidas de protección.
–¿Hay concienciación social con este asunto?
–Hay trabajo por hacer pero poco a poco se está efectuando una labor de educación y las nuevas generaciones sí se sienten más identificadas con este asunto.
–¿Y cómo está Ceuta en materia de maltrato animal?
–Aquí hay mucho maltrato animal y mucho abandono, además de personas que utilizan perros peligrosos para peleas clandestinas, es decir, queda mucho por hacer. No obstante, la nueva ley castiga con dureza estas conductas.
–¿Qué me dices de los casos de perros que están en los montes de la ciudad?
–Hay que diferenciar entre perros abandonados y perros asilvestrados, aunque lo cierto es que últimamente se está actuando con estos últimos y se han quitado muchos de los montes, gracias a una labor con la Protectora de Animales. Cada vez se denuncian más casos.
–¿Cuándo tocará a su fin la historia de la mona de Mangabey?
–Espero que en breve porque al principio costó convencer de que esa mona merecía una vida mejor pero ya sólo resta tener un documento del lugar de destino para proceder a su salida.
–¿Es cierto que estás preparando un proyecto muy interesante para el Doctorado?
–Sí, por primera vez estamos efectuando una catalogación de los huecos, músculos y vísceras del pequeño cetáceo para configurar un atlas anatómico inédito que podrá ser muy útil para centros de recuperación o zoológicos. Es un trabajo duro y arduo que también traerá consigo nuevas tesis porque es un campo muy amplio. Estamos utilizando técnicas novedosas como el TAC o la resonancia magnética para que este trabajo sea lo más preciso posible.
Está preparando un doctorado
FICHA. Álvaro García de los Ríos Los Huertos (Ceuta, 1974) es el más pequeño de una familia de cuatro hermanos cuyo padre nació en Santander y su madre es caballa.
Su afición por los animales le hizo optar por ser veterinario de profesión tras aprobar la carrera en la Universidad de Córdoba (promoción 92-97).
Posteriormente, participó en la creación de la asociación ecologista Septem Nostra y en otro proyecto como el Museo del Mar, tras lo cual decidió independizarse y poner en marcha el Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos (CECAM), que está a punto de cumplir el primer año de vida.
Desde septiembre de 2007 trabaja como inspector en el Departamento de Salud Pública de la Consejería de Sanidad, compartiendo esta labor con un doctorado en anatomía de cetáceos en la Universidad de Murcia.