El futuro de más de uno se decidía ayer en el Príncipe. O al menos eso es lo que parecía a tenor de la guerra abierta que se vivió durante toda la jornada, con enfrentamientos entre los apoderados de los distintos partidos que llegaron a pedir en varias ocasiones que se parara la mesa e incluso solicitaron la impugnación de las ubicadas en el Polifuncional.
¿Los motivos? Pues los mismos de anteriores municipales aunque, en esta ocasión, cargados con mayores dosis de visceralidad. La guerra de los panfletos y las pintadas registradas 24 horas antes del 22-M daba a entender que la jornada iba a ser movida en la barriada. Y así fue.
Hubo acusaciones de todo, nacidas indistintamente de los apoderados del PP y de Caballas, esencialmente, además del PSOE. La guerra de los líderes bajaba a las bases. Los de Caballas acusaban a los populares de querer llevarse votos, intentando influir en las personas que se acercaban a depositarlo. “Es la guerra sucia de los peperos”, indicaban. Desde la coalición se acusaba al PP de haber cambiado el voto a una persona que no sabía ni leer ni escribir. Pero es que desde el PP las críticas eran las mismas, se acusaba a Caballas de abordar a las personas que iban a votar para cambiarle la papeleta. “Como hay muchos que no saben leer intentan hacer lo que pueden”, espetaba un apoderado.
La tensión y los enfrentamientos a voces entre los apoderados llegó a un nivel que se vivieron situaciones bochornosas de las que fue testigo este periódico. Mientras los apoderados se enfrentaban y la Guardia Civil intentaba que los ánimos se calmaran, había votantes que, papeleta en mano, no podían acceder a su mesa para ejercer su derecho al voto. “Esto es una vergüenza”, clamaba un agente de la autoridad. La Guardia Civil tuvo argumentos suficientes como para haberse llevado detenidos a varios apoderados de distintos partidos por alteración del orden, pero quizá los ánimos y los deseos de no calentar más el ambiente les frenaron. “La gente que viene a votar no está dando problemas, son los que tienen que dar ejemplo los peores”, indicaba un efectivo. No fue casualidad que hasta el Polifuncional se acercara el teniente coronel del Cuerpo y el comandante además de abundantes agentes de información y de Policía Judicial con sus mandos a la cabeza.
“Están intentando que la gente diga en alto a quién van a votar para cambiarle el voto”, gritaba indignada una apoderada popular señalando a Caballas. Desde el otro frente las acusaciones se elevaban un grado y acusaban a una responsable popular de estar influyendo en las votaciones. La presencia del presidente vecinal, Kamal, como apoderado del PP no hizo más que calentar los ánimos entre integrantes de Caballas, mientras que el partido defendía su presencia como la de cualquier otro miembro del PP. Más allá de las acusaciones de cambios de voto también hubo enfrentamientos por la composición de una de las mesas del Polifuncional.
En esta ocasión la ‘bronca’ surgió porque un interventor del PSOE se encontraba mal y pidió ser cambiado por otro, a lo que se opuso el PP. De esa riña se siguió a otra mayor, debido a la cantidad de apoderados que llegaron a concentrarse en las mesas. Unos y otros se echaban en cara que estaban intentando abordar a quienes iban a votar, teniendo que intervenir de nuevo la Guardia Civil. La imagen fue bochornosa ya que los agentes ordenaron a los apoderados que desalojaran la sede quedándose sólo dos por partido, viéndose obligados a hacer un pasillo para que los electores pudieran ejercer su derecho al voto.
Más detalles. Había demasiados apoderados que escondían la acreditación lo que provocó que la Guardia Civil tuviera que recordar a más de uno, de distinto partido, que debía mostrarla ante el temor de que se confundieran como ciudadanos que intentaban ayudar a la gente a votar, como así ocurrió en más de una ocasión. ¿Pucherazo made in Ceuta? O una barriada demasiado peculiar... El hecho es que en el Príncipe había demasiadas tensiones. “Están defendiendo cada voto como leones, parece que se les va la vida en cada votación”, indicaban varios vecinos que se confesaban “alucinados” por lo que estaba pasando. “Hay jóvenes que están preguntando a los mayores a quién van a votar, les llevan del brazo como si fueran angelicales y mira lo que están haciendo”. Más que alucinados, preocupados, estaban en otro grupo. “Parece que se están jugando el puesto de trabajo... vamos a ver si ha habido promesas y luego no las cumplen... a ver quién paga lo que suceda”, añadía. Y es que las votaciones en el Príncipe arrastran otro tipo de debates que terminan en una conclusión final: las promesas. “Los votos valen mucho y hay gente que ahora está con el cartel de apoderado de un partido que hace cuatro años estaba con otro. ¿Cómo puede ser?”, ironizaban entre corrillos, dando paso a Mohamed Alí, tan identificado con la causa marroquí, que acudía al Polifuncional para ejercer su derecho al voto, esta vez como español, al menos en la papeleta.
En el colegio Reina Sofía el ambiente era más tranquilo. Destacaban los problemas iniciales a la hora de constituirse las mesas aunque “después de los nervios todo está funcionando muy bien”, indicaba José Luis Jordán, apoderado popular.
Caballas aporta a dos interventoras menores de edad
La Guardia Civil tuvo que intervenir al detectarse la presencia de dos interventoras de Caballas que resultaron ser menores de edad. Lo curioso de todo esto fue que ambas fueron detectadas pasadas las doce y media de la mañana, bastantes horas después de que se hubiera constituido la mesa y de que ni su presidente ni ninguno de los miembros hubiera comprobado que eran menores, dejando que estuvieran presentes. “Esto es una falsificación en toda regla. ¿Y si llegan a votar?”, espetaba airada una apoderada del PP. Desde Caballas se quitaba importancia al asunto indicando que estaban ahí para colaborar, que en momento alguno iban a votar. Y desde el PSOE se clamaba a la Junta Electoral de Zona que había permitido su presencia sin confirmar la edad que tenían. Fue toda una cadena de errores de la que tomó buena cuenta la Guardia Civil que ordenó que ambas salieran. A punto estuvo de intervenir en otra ocasión con el presidente de una de las mesas a quienes varios vecinos acusaban de menospreciarles al decir que en el Príncipe sólo había pistoleros.
Tensión en otros colegios como el ubicado en el Ramón y Cajal
La guerrilla electoral en el Príncipe también se repitió en otras barriadas como Hadú, en donde el enfrentamiento encarnizado se sentía más entre Caballas y PDSC. Se mentaba en exceso al fallecido Mustafa Mizzian y se acosaba también en exceso a quienes iban, papeleta en mano, a depositar su voto. También en este colegio tuvo que intervenir la Guardia Civil desalojando a quienes estaban dando el espectáculo: los apoderados. “Esto es penoso”, decía un mando del Instituto Armado que obligó, pasada la una y media de la tarde, a salir del aula en donde estaban las mesas a los miembros de los distintos partidos ya que se estaban enfrentando a gritos y no dejaban trabajar a los distintos miembros. Intentaban incluso coaccionar a quienes iban a votar. “Se están echando encima de los que llegan como auténticos leones”, señalaba indignada una apoderada del PSOE.