La Ciudad tiene previsto destinar la vieja cárcel de Los Rosales a centro de acogida de menores. Pasarán años para que veamos si finalmente ese proyecto cobra forma o no. Lo que hace falta ahora, lo que urge es recuperar cierta salubridad y seguridad en este punto que está lleno de basura y restos de todo tipo amén de que sirve de ocupación para adultos y menores que viven tras unos muros en donde puede pasar de todo. Nadie es capaz de garantizar la seguridad en este lugar, frecuentado por chicos y chicas. Un lugar cuya visión sorprende a cualquiera que lo conozca y en donde se han producido incendios. Un lugar que alberga una mole de basura y que supone foco de cuantiosas enfermedades. Esta situación, permitida antes por Instituciones Penitenciarias y de la que ahora es responsable la Ciudad, no puede continuar. Al margen de que se haya concretado el fin último de la cárcel de Los Rosales, el presente manda y no se puede mirar hacia otro lado porque, de hacerlo, puede que lamentemos alguna consecuencia no deseada.
Otro debate distinto es el del poco cuidado que se ha tenido con la documentación que había dentro de la vieja cárcel, que se abandonó en parte cuando se echó el cierre. Hoy todavía pueden apreciarse papeles relativos a esa época. No hubo cuidado, como tampoco lo hubo con el patrimonio que quedó dentro y que fue desvalijado por quienes acudían al lugar con sus furgonetas.
Los vecinos de las barriadas próximas reclaman que este lugar acoja un polifuncional para uso de los jóvenes del barrio. No es mala idea toda vez que la población aumenta y no existen lugares que puedan servir para la realización de actividades que persigan alejar a la juventud de la calle.