El 9 de abril, podemos hablar, y no creo en las casualidades, del término MISERICORDIA, ese término puede expresar la síntesis de la fe cristiana, es decir, el misterio de Dios, rico en misericordia del Padre y hecho operante de modo permanente por el don del Espíritu. La misericordia de Dios Padre, no es algo abstracto, sino que se ha hecho visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret, El es quien nos revela de modo pleno el gran amor y la infinita misericordia de Dios Padre. Todo envuelto en una conversación mística y divina en el Sacratísimo Decreto de su Trinidad Sacrosanta. La nueva evangelización es tomar conciencia del amor misericordioso del Padre para convertirnos también nosotros en instrumentos de Salvación para nuestros hermanos. Digamos a todos los que nos encontramos por los caminos que Dios ama al hombre tal como es, con nuestros pecados. Y carga con ellos para liberarnos a nosotros de los mismos como hace Jesús Nazareno con suma Caridad. Hemos de poner en el centro de nuestras vidas el sacramento de la reconciliación porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Abrazarnos de par en par y abrir sin miedo nuestras puertas a Dios misericordioso y pongámoslo en el centro de nuestras vidas para llenar este mundo de alegría propia del cristiano con obras concretas de caridad, como lo que somos Obreros de la misericordia de Dios.
¿Quién soy yo para estar aquí frente a ustedes? ¿Quién soy yo para que me haya visitado la Madre de mi Señor? Al igual que la visita de María a Isabel fue un gesto de caridad. A pesar de estar embarazada y exponerse a los peligros del camino. Sabe que su prima Isabel la necesita. Al igual nosotros somos obreros de la misericordia de Dios. Lo pequeño e insignificante es escogido por Dios para cumplir las grandes maravillas a favor de su pueblo. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad, así Jesús aceptó la misión encomendada por el Padre y hace de si mismo una oblación, hecha de una vez para siempre que culmina en su Misterio Pascual. Toda su vida es una ofrenda ofrecida al Padre por amor a la humanidad. Comienza en su nacimiento y culmina en su Ascensión. Su nacimiento pues hay que contemplarlo como el inicio de su vida entregada por amor como dice la carta a los Filipenses, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos.
¡Señor cuenta conmigo! ¡Estoy disponible! ¡Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad!
Cada vez me persuado más que se adelanta más camino orando que corriendo.
Siento que en estos días de soledad me acompañan la devoción y el afecto de todos los fieles reunidos junto a Ella, gracias a la comunión espiritual de la Iglesia, en mi pensamiento llevo hacia tus plantas de Madre amorosa y acogedora de plegarias las preocupaciones y las esperanzas de nuestro tiempo y los sufrimientos de la humanidad herida, los problemas del mundo, y si Dios quiere los pondré como oración sincera cuenta a cuenta de mi rosario a los pies de Madre de Dios de la Palma esta tarde cuando vaya en el cortejo de mi hermandad hecha cofradía por unas horas.
Señora de la Palma
Que lento tu caminar
Cuando regresas al templo
Tan sola con tu llorar.
¡Cuánto dolor oprimente,
Cuanto sufrir contenido,
Cuántas lágrimas de sangre
En tu corazón herido!.
En nácar se ha cambiado
La amapola de tu cara,
Y en torrentera de llanto
Tus ojos de noche clara,
Y se marchó la sonrisa
De tu rostro de canela
Porque te dejaron sola
Llorando tu amarga pena…
Pero no estás sola, Madre
En tu caminar severo
Pues desde el cielo te extienden
Una alfombra de luceros.
Pero no estás sola, Madre
En tu amargo desconsuelo
Que tras tu manto encarnado
Llorándote va tu pueblo,
Pero no estás sola, Madre
En este duro momento
Que bajo el blanco antifaz
Te lloran tus nazarenos,
Pero no estás sola, Madre
En esta noche de duelo
Que debajo de tus pies
Te lloran tus costaleros.
Es llegado el tiempo del amor entregado a raudales, que esta muy Noble, Leal y fidelísima ciudad asomada al mar desde el balcón del Hacho, vuelve una vez más y con más intensidad, si cabe, sus ojos hacia el Santuario de esa Plaza recoleta, privilegiado crisol de vientos y contraluces, de mezclas de verdes de hojas de palmeras y magnolios entrelazados con el brillo de los luceros de las noches de abril que nos hablan de Ella. Es llegada la hora en que nuestras calles, nuestras recoletas plazas, esos indescriptibles callejones que se abren al horizonte azul y salado de la mar que nos circunda se llenen especialmente de devotas plegarias que hombres y mujeres de esta tierra depositarán con mimo y ternura, a las plantas de su venerada Madre, porque cumplido otro ciclo anual, gozosamente el pueblo de Ceuta se apresta a celebrar su Semana soñada.
Yo te quiero en Manzanera, desde pequeño te soñaba en un altar del Santuario de África junto al Cristo que aparecía en un paso con ruedas unos días antes del Domingo de Ramos, rodeando la Plaza de África cubierto por unos mantos al igual que san Pedro, una mujer hebrea y su niño. Ahora te tengo en el altar de Manzanera, aunque por las cosas de la vida tengo que recordarte en mi memoria como la más bella y templada dolorosa de todas las que perfuman la Semana Santa y esa belleza singular hace que te salgas del retablo y con esa impostura hace que sobre tu paso seas como la madre valiente que haría cualquier cosa por su Hijo. Ya llevas treinta primaveras perfumando nuestras vidas con el aroma de tu pureza y acompañando nuestro camino junto a tu Divino Hijo.
Ay, coral anacarado
Corazón en carne viva
Te llevas todos los males
Del alma que se reclina
Ante el trono de tu paso
Plateada pascua encendida
Te vas cambiando las penas
Por pasiones redimidas,
Y lloras con el que llora
Y estás con el que agoniza
Y te acuestas sin comer
Y vas pasando fatigas
Al lado del que las pasa
Empapando sus heridas.
Ay, coral anacarado
Eres barco a la deriva
Soleá del que está solo
Con el alma dividida
Sudor, tiemblo, escalofrío
Inquietud que desatina
El enfermo desahuciado
Y el que cae en la rutina.
Tú, lo eres todo, Palma
Los años en tus mejillas
Van descarnando el alivio
De esas penas dolorías´
Que se cambian por amores
Con sus promesas cumplidas.
Así te sueñan tus hijos
Los de tu gran cofradía
Sabiendo que en tus costuras
Se van cosiendo las penas
Con aromas de Esperanza
Y sorbos de gracia plena.
Eres el Camino Santo
La Luz para la ceguera
La que se bebe las lágrimas
De tu gente cofradiera.
Madre Bendita del Cielo
Todos tus hijos te anhelan
Abriga sus corazones
Y llena de primavera
Esa pasión entregada
A Jesús en su bandera.
Por la hermandad Pollinica
Por la fe de tus abuelas
Por los siglos de los siglos
Y el futuro que te espera.
¡Ay, coral anacarado!
Derrama tu gloria entera
Que mi Ceuta te reclama
Con el alma nazarena.