Septem Nostra vuelve a sacarnos los colores y para bien. Lo hace poniendo en evidencia el estado de nuestro patrimonio, como tantas y tantas veces lo ha hecho buscando esa activación de los responsables para evitar que lo conservado por anteriores generaciones desaparezca. Lo grave es que no se produce esa reacción, lo que lleva a pensar que existe un desprecio absoluto a que lo que tenemos siga en pie. No encuentro otra lectura posible.
Resulta indecente que se intente hacer un reportaje del castillo de San Amaro, Bien de Interés Cultural, en compañía de esta asociación y no puedas acceder a algo que es de todos y que debería estar protegido, porque unas personas lo han ocupado e impiden el paso. Siglos de historia terminan arrebatados al deleite de todos, siglos de historia terminan vetándose porque los responsables lo permiten. Uno de los escasos BIC de nuestra ciudad es imposible de ser apreciado, tampoco es protegido y sobre él no se aplica ningún cuidado que supone, por otro lado, una obligación.
Hace unos años sufrió un incendio tras el cual se ofrecieron ruedas de prensa anunciando su restauración y protección debida. ¿La vieron? No. Esos anuncios duraron el calentón del momento. Hoy el castillo sigue abandonado, se va cayendo poco a poco y además está bajo control de unos pocos. No es algo aislado, tenemos una hilera de bienes patrimoniales que han terminado siendo destrozados o están viéndose maltratados por quienes los han convertido en su vivienda particular. Y esto se permite, como si nada pasara, dejando que la degradación vaya a más hasta que esos restos se pierdan para siempre. La única lectura que cabe, les decía antes, es el desprecio absoluto hecho costra, el olvido y la falta de preocupación ante las verdades que pueda decir una asociación en defensa del patrimonio o los propios ciudadanos.
No es normal que esto suceda, pero así es, constituyendo la lectura de una mala enseñanza hacia quienes no podrán disfrutar de lo que tenemos.