Su experiencia con el COVID-19. El antes y después de su vida al atravesar por esa grave situación de salud. Lo que aprendió de esa experiencia. “El paso del miedo a la esperanza”. Todo eso lo plasma Isaac Abecasis Benzaquén en su primera obra ‘Mi lucha a muerte contra el coronavirus’, que presenta hoy martes en Ceuta, a las 20:30 horas, en la Biblioteca Pública ‘Adolfo Suárez’.
Se trata de un libro que le permitió “liberarse” de sus miedos. Isaac se vio muy grave al contagiarse de coronavirus y esto le dejó secuelas físicas y psicológicas. Entró en el hospital el 20 de marzo de 2020 y estuvo 33 días en coma inducido, le hicieron un traqueotomía, y tras 55 días hospitalizado, pudo volver a casa el a principios de mayo.
Comenzó a sentir los síntomas un día antes de que se decretara el estado de alarma, recuerda que fue el 13 de marzo. Sintió “mal de cuerpo” y una sensación de que comenzaría con una gripe. Al tener fiebre intuyó lo que podía ser, por esa razón decidió aislarse y llamar a su médico de cabecera. Continuó con la fiebre, perdió el gusto y aunque no tenía síntomas considerados como graves, estaba alerta porque al ser asmático era un paciente de riesgo. Seguía controlado, pero un día se cayó al suelo y lo tuvieron que trasladar al Hospital Regional de Málaga, con los pulmones saturados y ya con una neumonía bilateral.
Estuvo en observación, también en planta y finalmente en la UCI, donde despertó, desorientado, transcurrido más de un mes. Pero sintió alivio al volver a ver su mujer, porque vería nuevamente a sus dos hijos, por eso le dio gracias a Dios y a los sanitarios.
Al salir de ahí, los médicos “le hicieron pasillo” y lo aplaudieron porque fue el último paciente en abandonar esa UCI durante la primera ola de la pandemia.
En una parte del libro que presenta cuenta cronológicamente lo que vivió física y espiritualmente durante esa larga temporada en el hospital, pero con un mensaje de optimismo y también de conciencia, pues cree que lo que está ocurriendo es una “llamada de Dios o de la naturaleza, preguntándonos qué estamos haciendo, que tenemos que cuidar la tierra en la que vivimos y que tenemos que cuidarnos entre nosotros”.
He plasmado una pesadilla que me ha pasado, pero con un mensaje de optimismo”
Isaac perdió 24 kilos, también masa muscular y tuvo que aprender a moverse de nuevo, además de ejercitar la respiración para recuperar los pulmones. El COVID-19 le dejó una herida de traqueotomía, pero también síndrome postraumático, algo que le genera angustia, ansiedad y miedo. Cuenta que su libro es “un acto de escape para autocurarme, aunque no lo he conseguido del todo”.
Hoy se siente feliz de poder ayudar a otros con su obra y deja claro que “nos queda vivir el presente”. “He plasmado una pesadilla que me ha pasado, pero con un mensaje de optimismo” y eso es lo que quiere que entiendan los lectores.
Aunque aclara que “soy de ciencias y nunca había escrito un libro”, cuenta que tras salir del hospital comenzó una terapia e inspirado por su psicóloga comenzó a escribir sobre su experiencia como una forma para narrar su deambular “por la UCI, por el hospital, por la casa”, con una lección de posibilidades y para hablar de cómo veía la vida y cómo la ve ahora. Quería también enviar un mensaje a todas las personas, especialmente a los negacionistas.
Dice que antes vivía su vida como “el resto de los mortales”, con las rutinas de siempre, con la “desidia del día a día”. Pero hoy le da gracias a Dios al sentirse privilegiado por seguir vivo. Señala que ahora siente que debe ser un portavoz de que “este virus no es poca cosa” y advierte que “no podemos bajar la guardia”.