Se veía venir y finalmente ha ocurrido lo que se esperaba. El sinfín de empujones, avalanchas y caos fronterizo se ha llevado por delante, como ya ocurriera en los años 2008 y 2009, otra vida humana, la de Soad El Khatabi, una porteadora de 22 años y madre de un niño de cuatro años.
El Gobierno de nuestro país no puede permanecer al margen de este lamentable hecho. La muerte de Soad es la consecuencia del despropósito que a diario se vive en una frontera en la que la vulneración de Derechos Humanos se ha convertido en la norma.
Lo que ocurre cada día en la frontera del Tarajal exige un lugar destacado en la agenda estatal, así como es prioritario que desde las más altas instancias se empleen todos los recursos necesarios para que sea la dignidad humana lo que prevalezca en el denominado “comercio atípico”. Que la tragedia se haya producido en la parte marroquí no es excusa, pues también se producen lesiones en la parte ceutí. Nuestra postura es clara: el beneficio económico no puede estar por delante de la garantía del cumplimiento de los Derechos Humanos. La frontera de Ceuta tiene que dejar de ser un espacio de No Derecho y esto es algo que corresponde tanto a Marruecos como al Estado español.