Para comentar el alcance y verdad del relevo generacional, y su correspondencia con la salud mental, vamos a recurrir a unas notas de antropología elemental.
Así, en las sociedades primitivas, la entrada en la edad adulta de sus individuos es un evento rítmico, crucial, inaplazable. Llegado el momento oportuno, el chamán introduce a los jóvenes aspirantes en los secretos de la supervivencia, en la selva, en el desierto, en el frío. Es lo que se conoce como rito de identidad, y a partir de ahí, el individuo adquiere la condición plena de cazador, recolector, pastoreo, etc.
Como vemos, al rito de identidad le sigue sin fisura el rol social de trabajo, y cabe decir que la percepción del tiempo futuro no tiene otro sentido que procurarse el alimento diario y lograr el equilibrio de la naturaleza.
Ya en las sociedades preindustriales, y con los primeros oficios, el alimento era muy escaso, pero no se me ocurre que un campesino, un carpintero, o un picapedrero, sufriera un paro persistente.
Damos un paso, y en las primeras etapas de los sistemas industriales, las condiciones laborales son infrahumanas, y las gentes sacan adelante a la prole con dignidad.
Al fin, la innovación y un incipiente enfoque en los derechos humanos, hacen que lleguen las clases medias, y con ellas, la sociedad actual.
Sin embargo, el Estado del Bienestar presenta una carencia insoportable: el relevo generacional, fundamento original de las congregaciones humanas, carece de cualquier tipo de orden, no tiene forma contractual.
Tras un efímero y placentero despertar como es la infancia; tras la edad de los descubrimientos que es la adolescencia, los y las jóvenes acometen su rito de identidad, bien con el título universitario, bien con la formación profesional.
Entonces sucede una gravísima disfunción: el periplo que cubren estos jóvenes en pos de un rol social, o de trabajo, puede eternizarse (hasta el 40% de la juventud no tiene un medio de vida basada en el trabajo, precariedad aparte).
Sin un rol social que te procure la autonomía, la mente viaja en busca de una respuesta que no llega, y la preocupación inicial puede dar paso a la incertidumbre, y en lo peor, a la desesperanza. La percepción del tiempo se convierte en una experiencia dolorosa, angustiosa con el paso de los meses.
En mi caso, acudí al psicólogo por cuatro años, pero llegó el punto en que lo que me aturdía era no tener un proyecto de vida independiente. Aquí, la evolución personal, y en la curación, sufre un bloqueo espantoso.
Para lograr la comprensión final de este ejercicio os hago una pregunta: ¿cuánto se resentiría la salud mental de un indio del Amazonas si, tras el rito de identidad, se le prohibiera participar en la caza con sus demás compañeros?
Como todo universo, la política debe tener un centro. Por razón antropológica, y por número de factores implicados, este centro debe ser la permeabilidad, o promoción intergeneracional.