Hoy os invito –queridas amigas y amigos- a que dediquéis unos minutos diarios a reflexionar sobre la vida: sobre vuestras vidas y sobre las vidas de las personas con la que convivís. La abundancia, la complejidad y la rapidez con la que se suceden los episodios diarios los sucesos diarios tienen tres consecuencias importantes:
-La primera, que no las digerimos, que las tragamos sin que apenas nos aprovechen para aprender de ellas, para hacernos crecer y para disfrutarlas.
-La segunda, que nos trastornan, que nos ponen nerviosos y, a veces, de mal humor.
-La tercera, que hacen difícil la convivencia y la colaboración tranquila, reposada y pacífica.
Unos minutos de reflexión nos puede proporcionar ese sosiego indispensable para ordenar nuestros pensamientos, para calmar nuestras inquietudes y para organizar nuestras tareas. Pueden ayudarnos a vivir nuestras vidas y nuestros tiempos, de una manera más razonable, más intensa y más gratificante. En resumen, reflexionar sobre lo que pasa, sobre lo que nos pasa, sobre los episodios más importantes, sobre lo que hacemos y sobre lo que pensamos y sentimos. Reflexionar es vivir más humanamente, es darnos cuenta de que estamos vivos y de que el tiempo se nos puede escapar como el agua entre las manos.
Vivir sin reflexionar es navegar sin rumbo y sin brújula por la vida, por un mar repleto de peligros, de amenazas y de incertidumbres en un barco sin timón, a la deriva y a merced de las olas y de los vientos de las modas con el permanente riesgo de naufragar, de ahogarnos. Reflexionar es la herramienta que poseemos los seres humanos para aprender a orientarnos autopropulsarnos y aprovechar las ocasiones convirtiéndolas en una oportunidades y no en amenazas.
Totalmente de acuerdo José Antonio. Yo me pregunto al igual que en los textos evangélicos, ¿quién siembra la cizaña de la fugacidad, la transitoriedad y la prisa? Para ir.....¿a donde?...¿en qué lugar ha quedado escondido el sentido de la pausa, la meditación y la oración?. ¿Es lo mismo, analizar un problema desde once ángulos, que once problemas desde uno solo?. ¿No será que el exceso de información embota nuestros sentidos y nuestros apetitos emocionales para donarnos a los demás?
Gracias nuevamente por tan agradable reflexión. Un abrazo Nando.